Antonio Fernández Fernández
El caso Lozoya: la hora de la justicia
ANTINOMIAS
“En materia de Gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar”
Francis Bacon
En México hemos discutido infinidad de veces sobre la politización de la justicia, donde muchas veces el Gobierno manipula los juicios para no llegar a nada, provocando un escándalo mediático y generando expectativas para que al final nadie sea responsable, no haya culpables, o en su caso, condenas mínimas, todo en aras de obtener un rendimiento político.
En el presente siglo XXI, para no ir más atrás, hemos discutido los diferentes casos emblemáticos de la justicia. Empezando en el sexenio de Vicente Fox, los más relevantes fueron el caso Pemexgate y el caso de los Amigos de Fox, en ambos se descubrieron millonarios desvíos de dinero para las campañas a la Presidencia, pero sólo se lograron multas para los partidos. Fueron de las grandes decepciones que tuvimos los mexicanos después de la caída del PRI, pues luego de una gran expectativa sólo hubo palabras y más palabras, todas vacías.
En el Gobierno de Felipe Calderón tenemos dos casos icónicos de procesos judiciales fallidos; el de la guardería ABC, en el que aún cuando el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea determinó en su proyecto responsabilidades que llegaban hasta el director de IMSS, el Presidente Calderón utilizó todo su poder para que el Pleno de la Corte no aprobara dicho proyecto, y con ello, sepultar el asunto. El otro caso emblemático de su sexenio fue el de Florence Cassez, cuyo montaje —realizado por Genaro García Luna — y la violación al debido proceso le dieron la libertad a la ciudadana francesa luego de pasar en la cárcel varios años, y sin haber responsables en su Gobierno.
Con la llegada del nuevo PRI, Peña Nieto prometió un gran cambio, y lo único que recibimos fue la mayor corrupción. Los casos que lo marcaron para la historia fueron los casos Ayotzinapa y Tlatlaya. En el primero la investigación fue un fracaso, todo se enredó y nunca se encontraron los restos de los 43 estudiantes; mientras que la matanza de 22 civiles en Tlatlaya, realizada por militares, quedó impune y nadie ha solicitado una nueva investigación.
Los casos enunciados han quedado como muestras imborrables, de los anteriores Gobiernos, en los cuales las investigaciones fueron manipuladas a conveniencia de las autoridades, donde los jueces se prestaron a los malos manejos, por eso nos sentimos engañados y con derecho a saber la verdad, con el deseo de que impere la justicia por encima de los intereses políticos.
Por lo anterior, y con una nueva Fiscalía General de la República, que se supone es independiente del Ejecutivo, el caso de Emilio Lozoya representa el caso más emblemático de la nueva Administración, será la gran oportunidad para que el Gobierno de AMLO nos demuestre el verdadero cambio, de lo contrario será el emblema de que todo sigue como siempre. AMLO puede obtener ventajas inmediatas, pero a mediano plazo serán más las perdidas, y esas serán páginas en su historia.
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