Antonio Fernández Fernández

El problema de la extinción de los fideicomisos públicos

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández
Antonio Fernández Fernández
Por:

“No me gusta el dinero, el dinero es la razón de nuestra lucha”

Karl Marx

La figura del fideicomiso surgió como una forma sencilla de hacer un negocio jurídico; fue traído a México del Trust anglosajón e incluida en la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, y en el caso del fideicomiso público, se establecieron sus parámetros en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y en la Ley Federal de las Entidades Paraestatales.

Fue a partir de la última década del siglo XX, que la figura del fideicomiso se empezó a desarrollar en forma acelerada, e incluso las leyes se han modificado para crear nuevas figuras de fideicomisos, como el fideicomiso de garantía; mientras que las disposiciones fiscales van detrás de ellos para que con sus esquemas no se eluda el pago de impuestos.

Los problemas surgen cuando se empieza a utilizar el fideicomiso como una forma de crear un patrimonio protegido por las leyes bancarias, con la ficción de ser un patrimonio de afectación, cuyo titular es el fiduciario, usando esa figura para esconder bienes o destinar cantidades a fines diversos, para que en un momento oportuno sean regresados a su verdadero dueño, los fideicomitentes.

Han utilizado la figura del fideicomiso tanto los particulares como los gobiernos; son una forma de hacer negocios o crear organismos que administren un patrimonio para ciertos fines previamente determinados, muchos de ellos han funcionado correctamente, pero muchos otros son sólo apariencias jurídicas para ocultar patrimonios o disponer de dinero poco fiscalizado.

Sin embargo, la intención del Gobierno federal de extinguir los fideicomisos públicos sin distinguir cuáles funcionan transparentemente y cuáles no funcionan, es un despropósito, con ello se dejarán de financiar funciones que son básicas para el desarrollo de la sociedad como la cultura, el deporte y la ciencia; es necesario auditar cada fideicomiso, para que se determine aquéllos que son innecesarios y no funcionan y determinar cuáles sí tienen una función primordial.

Desde luego que se ha abusado del fideicomiso, pues es una figura jurídica que se puede adecuar como un traje a la medida a cada negocio. El problema está en que el fideicomiso se pervierta por los resquicios legales que tiene y bajo la falsa idea de protección legal derivada del secreto fiduciario, pues en muchas ocasiones se escudan en esa secrecía para no ser transparentes, lo cual debe revertirse y hacer que los fideicomisos funcionen correctamente.

Debemos precisar que los fideicomisos no se extinguen por decreto, el proceso puede ser largo, ya que después del decreto se deben llevar a cabo los procesos de extinción de cada uno de ellos, algunos fideicomisos que tienen una vida jurídica y comercial intensa, como los que tienen empleados, deudores y acreedores, será complicada su extinción, y ésta deberá realizarse mediante un convenio celebrado por las partes integrantes del fideicomiso, que son el fideicomitente, el fiduciario y en su caso el fideicomisario, y hasta ese momento el patrimonio, el cual es lo que le interesa al Gobierno obtener, se revertirá al fideicomitente o aportante. Sin duda será un golpe para el desarrollo de la sociedad.