Cabotaje, ¿bueno o malo?

PESOS Y CONTRAPESOS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El cabotaje consiste en el transporte de personas y objetos dentro de un país, transporte que puede ser el aéreo, mismo que, por lo general, los gobiernos reservan a las líneas aéreas nacionales, manteniéndolas al margen de la competencia que traerían consigo las extranjeras, limitando la competencia en perjuicio de los consumidores, tal y como sucede en México, situación que podría cambiar.

AMLO ha considerado la posibilidad de abrir el cabotaje a la participación de líneas aéreas extranjeras, con la intención de que, por la competencia, bajen las tarifas, en beneficio de los consumidores, consideración que, como era de esperarse, generó posturas a favor y en contra. A favor, de los posibles beneficiados, los consumidores. En contra, de los posible perjudicados, las líneas aéreas nacionales. ¿A quién debe hacérsele caso?

Para responder tengamos en cuenta que el fin de la economía es el bienestar de las personas, que entre otras cosas depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen, la mayoría de los cuales hay que comprar, para lo cual hay que pagar un precio que, en aras de ese bienestar, debe ser el menor posible, para lo cual se requiere de la mayor competencia posible, que se logra si el gobierno permite que todo aquel, nacional o extranjero, que quiera producir, con capital nacional o extranjero, u ofrecer, producto nacional o importado, lo pueda hacer.

Hoy, en México, y en muchos países, consecuencia del capitalismo de compadres, las líneas aéreas extranjeras no pueden ofrecer servicio de cabotaje, lo cual quiere decir que, en ese sector de la economía, no se da la mayor competencia posible, en perjuicio de los consumidores y beneficio de las líneas aéreas nacionales que obtienen, en el sentido tullockiano (por Gordon Tullock) del término, una renta: la diferencia entre el precio que cobrarían si tuvieran la mayor competencia posible (que requiere de la participación de empresas extranjeras) y el que cobran por no tenerla (por no permitirse la participación de empresas extranjeras).

La mayor competencia posible genera lo que Schumpeter llamó el proceso de destrucción creativa: en el mercado, por el lado de la oferta, lo bueno sustituye a lo malo, lo mejor a lo bueno, lo excelente a lo mejor, en un proceso de mejora continua, en beneficio de los consumidores, que tiene como condición la mayor competencia posible.

El proceso de destrucción creativa tiene que ver con la dimensión cualitativa del progreso económico, definido como la capacidad para producir más (dimensión cuantitativa) y mejores (dimensión cualitativa) bienes y servicios, para un mayor número de gente (dimensión social). Y eso, un mejor servicio de transporte aéreo, es lo que puede ocasionar el cabotaje de empresas extranjeras en México.

¿Y si frente al cabotaje de empresas extranjeras las mexicanas no son capaces de competir? Hay tres posibilidades: que desaparezcan; que el gobierno las subsidie/rescate; que el gobierno dé marcha atrás y prohíba el cabotaje. ¿Cuál es la correcta? La primera: que las empresas nacionales que no puedan competir desaparezcan, que sean sustituidas por empresas extranjeras capaces de servir mejor, en términos de precio, calidad y servicio, a los consumidores.

Veremos en qué acaba este asunto.