Arturo Vieyra

2024, retos por delante

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Pasado el 2023 con el saldo positivo en materia económica al que hicimos referencia hace una semana, conviene reflexionar en torno a si en este año que comienza y cuestionarnos si persistirán los logros obtenidos y podrán enfrentarse los retos pendientes.

Definitivamente se trata de un año diferente y con mayores dificultades y riesgos para la economía. Tanto en el plano internacional como en el local se perfilan eventos que podrían dificultar el avance económico.

El escenario base sigue apuntando al crecimiento económico tanto en México como en Estados Unidos que, si bien para ambos países será menor que en 2023, la expectativa inédita de un “aterrizaje suave” cobra mayor relevancia. Decimos inédita porque con base en la experiencia, luego de que se han aplicado muy restrictivas políticas monetarias, la lógica económica estaría anticipando una recesión.

Sin embargo, la geopolítica mundial sigue amenazando el crecimiento económico global con los conflictos como la guerra ruso-ucraniana, el conflicto comercial EU-China, el interés chino sobre Taiwán, un posible acuerdo en la OPEP que incremente los precios del petróleo y la inflación global y un recrudecimiento en Medio Oriente entre Israel y Gaza. Así, frente al endurecimiento de cualquiera de estos eventos, podría desvanecerse el avance económico esperado de las economías de Estados Unidos y, por tanto, de México, a la vez que podría renovarse el fantasma de la inflación.

En lo interno, aunque las expectativas son positivas, apuntan una desaceleración productiva, el consenso de analistas trae una estimación de crecimiento del PIB de 2.5% contra 3.5% el año pasado. Un elemento que ha causado cierta preocupación, pero que será un impulsor del crecimiento —quizá el principal—, es el objetivo del Gobierno de promover un déficit público mayor de 5.4% del PIB, que impulsará el crecimiento de la deuda hasta un nivel cercano a 50% del PIB.

Además, si tomamos en cuenta que la dinámica económica estará influida por las altas tasas de interés del año pasado, la desaceleración esperada de Estados Unidos, en especial de su mercado manufacturero, la expectativa de crecimiento mexicano no es mala; al contrario, es positiva y se fundamenta en el impulso citado de la política fiscal que seguirá promoviendo la expansión del mercado interno.

Es evidente que el cambio hacia una política fiscal más expansiva rompe con la estrategia de los 5 años previos de la actual administración. En estricto sentido, los niveles esperados de mayor deuda no son preocupantes, pero definitivamente comprometen al siguiente Gobierno a retornar a la austeridad y el manejo prudente de las finanzas públicas.

Ya se perfila que las necesidades de gasto están superando a la capacidad recaudatoria más allá de la coyuntura. La sustentabilidad de la política de protección social y el apoyo al crecimiento vía mayor inversión pública sólo podrán obtenerse —en ausencia de una reforma fiscal— con mayor crecimiento económico, el cual todavía no termina de consolidarse. En este sentido, el cumplimiento de las metas fiscales en este año es un punto al que hay que estar atentos.

Sin duda un año difícil nos espera en este 2024 con riesgos latentes sobre la inflación y el crecimiento. La estabilidad económica es el principal activo para proteger los salarios y la rentabilidad empresarial, sin ella, el pretendido cambio en la política económica tendiente a fortalecer el crecimiento con mayor impulso al consumo de las familias y la inversión no dará frutos permanentes.