Arturo Vieyra

Cambios a favor

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El llamado nearshoring y el evidente cambio en el modelo de crecimiento instrumentado por la actual administración son dos procesos fundamentales que están reconfigurando de manera importante la perspectiva económica de México, abriendo posibilidades de un mayor y más equilibrado crecimiento económico.

Uno de los mayores cambios que a nivel internacional estamos presenciando es la transformación del modelo globalizador a uno de fragmentación regional del mercado mundial denominado nearshoring, basado en una transferencia de la producción hacia países cercanos y con la misma zona horaria. La razón de este cambio se deriva de los enormes riesgos que generaron la pandemia, la crisis económica, la guerra Rusia-Ucrania y en general conflictos geopolíticos que desembocaron en el rompimiento de las cadenas de distribución, en inusitados incrementos de los costos de transporte y de materias primas, a lo que se suman los riesgos de carácter político de los grandes bloques económicos de Asia, Norteamérica y Europa.

México entra así en una fase de regionalización mucho más profunda, donde las ventajas comparativas de nuestra economía derivadas de su posición geográfica, la especialización en las manufacturas de alto nivel (no sólo la maquila), los estándares de productividad alcanzados con el tratado comercial de Norteamérica, T-MEC, proporcionan una adaptación casi natural al nuevo modelo de producción mundial fortaleciendo su integración del bloque de Norteamérica.

Aun cuando este proceso de relocalización de inversiones apenas está en su fase inicial, ya existen evidencias de su aprovechamiento, al menos parcial, de nuestra economía. Así, con cálculos propios, la participación de mercado de las exportaciones mexicanas en el total de importaciones manufactureras de Estados Unidos alcanza 15.8%, superando por primera vez en muchos años la participación de los productos chinos en ese mercado. También ha sido impresionante el repunte del mercado inmobiliario industrial a lo largo de la frontera norte y en algunas zonas industriales del Bajío.

En segundo lugar, ha sorprendido cómo después del descalabro económico sufrido por la pandemia, el crecimiento del PIB de México ha superado persistentemente las expectativas de los analistas. No sólo se trata de un avance más acelerado de la economía, sino que también las recientes políticas en el plano económico perfilan un cambio de timón en la naturaleza de crecimiento.

Por mencionar dos grandes vertientes de la nueva estrategia que parecen apuntalarse está el impulso al consumo de las familias. La formalización del empleo a través de la ley del outsourcing y la política de salarios mínimos han dado como resultado el fortalecimiento del mercado laboral, que sumado a la creciente ayuda social apoyan el mercado interno. En paralelo, ha resultado saludable el impulso al crecimiento en el sur del país —ahora es la región que más crece— atacando la desigualdad regional que caracterizó el avance económico durante décadas.

La segunda gran veta está en el impulso a la inversión que, vía la inversión pública, o bien, mediante estímulos al componente privado (que también se apoya en las expectativas generadas por el nearshoring) se ha logrado una recuperación vigorosa revirtiendo la tendencia decreciente que ya pintaba como alarmante desde mediados de la década pasada. Así, en este año se alcanza un nivel históricamente alto del gasto en inversión equivalente al 24.3% del PIB.

Estos elementos internos y externos favorecen la perspectiva económica de México para los próximos años en la medida que pueden aumentar la capacidad de crecimiento. No obstante, aprovecharlos requiere fortalecer las ventajas competitivas con mayores incentivos a la inversión privada y con estabilidad macroeconómica y de las finanzas públicas.