Arturo Vieyra

Consumo: panorama difícil

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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Hace algunos meses mencionamos en este espacio que, a pesar de la evidente recuperación del consumo, existían riesgos importantes. Desafortunadamente, algunos de ellos se han venido acrecentando y de materializarse implicarían un rezago todavía mayor sobre el bienestar de la población.

Después de la tremenda caída del 10.5% del año pasado, cifras recientes del consumo de las familias en México apuntan a una lenta pero persistente recuperación. El Inegi reporta un crecimiento en abril de 1.2% respecto a marzo, cifra que denota un proceso de aceleración. Aquí vale la pena hacer una aclaración sobre las cifras, pues respecto a abril del año pasado el avance del consumo fue de 42%, cifra espectacular que tiene que ver más con la fuerte caída del año pasado derivada de la crisis de salud que con una aceleración de la propia variable.

En este sentido, las cifras económicas tienen que valorarse con respecto a los niveles previos a la pandemia. Bajo esta óptica que marcan las cifras recientes, la recuperación luce aún insuficiente, respecto a abril de 2019 —nivel previo a la crisis— el consumo se encuentra 3.4% abajo. Se trata de una cifra poco satisfactoria que denota que todavía no hemos salido del bache en el que nos colocaron la pandemia y la crisis económica.

Los principales determinantes de la recuperación hasta ahora vista en el consumo se ubican principalmente en la apertura gradual de actividades, la recuperación del empleo, el vigoroso avance de las remesas y en los apoyos gubernamentales vía los programas sociales y, en menor medida, en el hecho de que durante los primeros meses del año los salarios pudieron incrementar su poder adquisitivo.

El primero de los riesgos sobre el consumo se refiere a la pandemia. Después de la euforia que desencadenó la aparente ausencia de una tercera ola en mayo y principios de junio, vino el desencanto con el incremento de los contagios que pasaron de un piso promedio de 2,500 diarios hasta 4,500 en la actualidad con una tendencia claramente en ascenso. Es incierto si la vacunación será lo suficientemente rápida como para impedir una propagación del contagio que impida un nuevo cierre de actividades, con el consiguiente golpe al crecimiento, al empleo y al consumo.

El segundo elemento de riesgo se refiere al crecimiento de la inflación y caída del salario real. Éste último, ya presenta en mayo una ligera pérdida anual que puede seguir acentuándose si no se logra un menor crecimiento de los precios. De hecho, las expectativas de inflación para este año y el siguiente vienen ajustándose persistentemente al alza.

Finalmente, el endurecimiento de las condiciones monetarias con el reciente incremento en la tasa de fondeo por parte del Banxico y la expectativa de más incrementos en los meses siguientes seguramente implicará un encarecimiento adicional al ya muy deprimido crédito al consumo.

Considero que la situación es complicada, si bien en el mejor de los casos se logra en este año un avance del consumo privado de 5.5% (con un escenario de avance del PIB de 6%), todavía estaría 3.2% por debajo del nivel de 2019, es decir, sólo hasta dos años después de la crisis recuperaríamos la capacidad de consumo que se tenía antes de la pandemia. Panorama difícil.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.