Arturo Vieyra

Difícil 2021 y no menos complicado 2022

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Una evaluación sobre el desempeño económico del año pasado posiblemente llegue a la conclusión de que se obtuvo un balance mixto con un sesgo negativo. Como lo comentamos hace un par de semanas, a pesar de que se registró un proceso de reactivación de la economía después de la gran crisis del 2020, los resultados en materia de crecimiento son todavía insuficientes, pues además de que no se logró recuperar el nivel de producción nacional previo a la crisis, enfrentamos —al igual— que casi todo el mundo- un proceso inflacionario de proporciones no vistas en muchos años y además, seguimos luchando contra la pandemia Covid. Son a mi juicio varios los retos en materia económica que tenemos que enfrentar en este año que no pinta nada fácil.

En primer lugar, la protección a la salud. Ciertamente, a estas alturas y, principalmente gracias a la vacunación masiva hemos aprendido a vivir con la pandemia sin los enormes costos económicos que tuvimos que pagar en el año 2020 derivados del encierro masivo, pero los riesgos sobre la salud, el bienestar de la población y el crecimiento subsisten y seguirán presentes en este 2022.

Mantener el equilibrio entre un control adecuado de la pandemia y la continuidad en la actividad económica -sobreponiendo siempre la salud de la población- no es una decisión fácil, menos aún en la víspera de la cuarta ola que parece venir con gran vigor. Hasta ahora la decisión de las autoridades federales y locales ha sido tener control sobre la capacidad hospitalaria e impedir un nuevo desbordamiento de los decesos, lo que a su vez ha permitido un mayor nivel de actividad. Sin embargo, la experiencia reciente en varios países ha mostrado que no estamos exentos de un desbordamiento que implique un freno a la movilidad de las personas y de la actividad económica.

El segundo gran reto viene por el lado de la estabilidad macroeconómica. La mayor inflación como problema mayúsculo requiere de un manejo prudente de las políticas públicas. Hasta ahora todavía se identifica el crecimiento de los precios como un fenómeno transitorio -aunque con mucha mayor duración e intensidad que la inicialmente proyectada- que debería mostrar una reducción hacia la segunda mitad del año. Para ello, el Banco de México ha dado muestras de firmeza subiendo la tasa de interés, lo que ha coadyuvado a no disparar las expectativas de inflación de mediano plazo. En paralelo, se espera que la política fiscal continúe como hasta ahora, mandando señales de disciplina en el gasto manteniendo el nivel de la deuda pública. Mantener las finanzas públicas sanas y dar una lucha de frente a la inflación promoverán mayor estabilidad macroeconómica este año.

El tercer y más importante reto en este año es promover la inversión privada. De todos los componentes de la demanda agregada (consumo privado y público, inversión y exportaciones) es el que mayor rezago histórico muestra. A pesar de que el componente de la inversión pública se ha incrementado recientemente, no ha sido suficiente para compensar la caída de la inversión privada, especialmente en construcción. Sin una mayor inversión privada, no habrá crecimiento económico y empleos suficientes.

Son mucho más los retos por enfrentar, pero tan sólo estos tres muestran las dificultades que tendremos en este año que, si bien no pinta un escenario catastrófico, si apunta dificultades importantes que habrá que superar conjuntamente entre sociedad y Gobierno. Feliz año.