Arturo Vieyra

Inflación y crecimiento: riesgos y desaceleración

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Dos indicadores relevantes de producción y precios manifiestan algunas preocupaciones en el ámbito de la economía mexicana.

En primer lugar, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, proxy mensual del PIB) se contrajo en noviembre -0.5% respecto a octubre. Es el segundo de caída consecutiva, e incluso, se acentuó el deterioro registrado en el mes previo (-0.1%). Dicho retroceso fue sorpresivo en la medida que se ubicó por debajo de la estimación oportuna puntual del propio Inegi. Asimismo, estos datos corroboran que la producción nacional medida a tasa anual habrá crecido el año pasado cerca de 3.3 por ciento.

Los resultados de la producción por sectores dan cuenta de una asimetría importante, ya que mientras que los servicios mantienen dinamismo y la construcción —pública y privada— repunta de manera relevante, la industria manufacturera señala una acentuada desaceleración por efecto del menor dinamismo del mercado en Estados Unidos. Particularmente, han perdido mucho ímpetu las exportaciones distintas del sector de autopartes hacia ese país.

En general, es más evidente que el proceso de desaceleración productiva en México ha comenzado, apoyado por la menor demanda externa, a la vez el consumo comienza a dar muestras de menor crecimiento.

En segundo lugar, los datos de inflación fueron hasta cierto punto decepcionantes. En la primera quincena de enero se registró un incremento de los precios al consumidor con inflación de 4.90% anual que, además de superar el avance de 4.86% la quincena previa y estar por arriba de lo esperado, alcanzó su mayor incremento anual desde junio. El aumento en la tasa anual se explica por los incrementos en los precios de frutas y verduras, que alcanzó un máximo de 2 años con aumentos destacados en jitomate, cebolla y nopales.

A pesar de este desempeño contraproducente de la inflación general, los temores se ven matizados por el hecho de que la inflación subyacente mantiene su tendencia descendente (4.8% desde 5.0% previo), y con ello acumula 23 quincenas ininterrumpidas de desinflación. Recordemos que este indicador es el que tiene mayor relevancia para determinar la trayectoria futura de la inflación.

En este sentido, el componente subyacente se mantiene acorde para que Banxico inicie un ciclo de bajas a la tasa de fondeo en los próximos meses. La mayoría de los analistas anticipan que el próximo descenso se dará en marzo de un cuarto de punto porcentual. No obstante, los riesgos sobre la inflación siguen siendo importantes, particularmente la resistencia a la baja de algunos servicios y los precios internacionales de los alimentos y energéticos, los cuales pueden verse seriamente afectados por los actuales conflictos geopolíticos.

La relevancia de los datos de producción y precios recientemente publicados radica en consecuencia en que apuntalan mucho de lo que veremos este año. Después de dos años de recuperación sostenida del crecimiento económico y fortalecimiento de la demanda, se avizora para este año —y probablemente el siguiente— una pérdida de dinamismo de la producción nacional, al mismo tiempo que será fundamental estar alertas frente a los riesgos sobre la inflación, que hoy por hoy es el eslabón más débil de la macroeconomía mundial.