Bernardo Bolaños

Los partidos bizarros

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños
Bernardo Bolaños
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Como el supervillano que es un espejo alterado de Superman, el sistema electoral mexicano ha admitido partidos bizarros que son imágenes distorsionadas del PAN, PRI y PRD. Los nuevos partidos bizarros, más que proponer representantes populares, postulan delegados presidenciales. La idea es que el elector debe escoger entre un delegado conservador (PES), uno de turbio estilo priista vinculado a Elba Esther Gordillo (RSP) o puede optar por uno de izquierda acaudillada (PT o Morena).

Así se comprende uno de los rasgos propios de la circunstancia política actual: prescindir de auténticos representantes populares y apoyar la máscara que uno prefiera, de las múltiples que puede usar el poder.

La narrativa que acompaña este sistema cuenta que hubo una era neoliberal uniforme y que hoy existe algo totalmente distinto. Quien la crea podría ser más propenso a legitimar a los partidos bizarros. Pero la verdad es que había menos parecido de lo que se dice entre Zedillo y Calderón o entre Salinas y Fox; y que hoy hay más continuidad con el pasado de lo que se reconoce. Salinas inició con las ayudas monetarias directas, hoy en boga. La obra pública sigue siendo asignada mayoritariamente sin licitaciones. Y el Presidente no rompió el tratado comercial con Estados Unidos, por suerte.

Los partidos bizarros y el rediseño del sistema electoral necesitan de la polarización. AMLO postuló a panistas como Gabriela Cuevas y Germán Martínez, no es un puro. Y del otro lado ¿quién administra la página www.voto-util.mx que hoy ayuda a conocer cuál es el voto útil contra Morena? El matemático Arturo Erdely, que denunciaba en 2006 la “falacia del empate técnico” y que votó por AMLO en 2006, 2012 y 2018. El movimiento democrático sigue vivo, no acabó en 2018.

Pensemos ahora en los líderes de los partidos bizarros. En estos momentos están felices: la tragedia de la Línea 12 ha incorporado escenarios de incertidumbre sobre la sucesión presidencial de 2024. Y toda una bola de evangélicos fundamentalistas, de allegados a Elba Esther y de bizarros lectores de historietas de Rius (ellos se consideran “revolucionarios”) están esperanzados.

Serían inofensivos si la crisis económica y social no se viniera tan fuerte, pero ellos ven la desgracia social como oportunidad. Esas columnas menores de la Cuarta Transformación conocen principalmente de clientelas electorales y de narrativas polarizadoras. Si hoy le tememos a las políticas improvisadas, mañana nos angustiará la buena suerte que le haya sonreído a esos políticos ambiciosos, fundamentalistas, poco preparados. Allá tú, querido lector, si les quieres dar alas.