Carlos Urdiales

San Lázaro, la fábrica de salchichas

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Durante el segundo tercio del sexenio que inicia en septiembre, AMLO y Morena, con sus aliados PVEM y PT en la Cámara de Diputados, tendrán menos curules; 198 los del partido oficial, 43 verdes y 37 petistas; 278 legisladores en total, muy lejos de los 334 necesarios para la mayoría calificada o dos tercios de los 500 representantes en la LXV Legislatura.

Del otro lado, el PAN con 114, el PRI con 70 y 15 del PRD serán 199. Movimiento Ciudadano tendrá 23 en su bancada. Van a ser 222 miembros de oposición encargados de contener los ímpetus legislativos del Presidente López Obrador. San Lázaro será la fábrica de salchichas en donde la democracia se cocina con ingredientes y procesos poco apetitosos, pero funcionales.

En la reunión plenaria de Morena, PVEM y PT, Ignacio Mier, líder de los guindas, presumió la fuerza potencial que tendrán los afines a Palacio Nacional; dijo que pueden ser una megabancada, así pues y registrarse como un solo grupo parlamentario, ya que a la elección fueron como alianza; en consecuencia, detentarían los órganos de gobierno interno, presidencia de la Mesa Directiva y la de la Junta de Coordinación Política (Jucopo).

La lucha comenzó. Si hacen bloque Morena y aliados van a controlar las agendas de las comisiones y los ascensos al pleno, moverán las manecillas del reloj parlamentario y administrarán a discreción dietas supervivientes a la etérea austeridad republicana para el pago de asesores y poner en nómina a cuates y sus cuotas. Van a mandar, pero no a decidir.

Si se fusionan, será indispensable convencer primero a los mercaderes ecologistas que se cotizan al alza cada vez que el poder en turno requiere de sus principios —y votos—. Y con el PT lo mismo, los de Alberto Anaya, además de estancias infantiles, traen en la panza una nutrida lista de gestiones sociales pendientes y hambrientas de presupuesto.

Para ser 278 diputados con convicción y disciplina, Morena y el Gobierno federal tendrán que pagar lealtad, alquilar vehemencia parlamentaria ajena e intentar librar las extorsiones de ocasión que sus socios, siempre sensibles a los pesos y contrapesos de la democracia representativa en un régimen híper presidencial, puedan provocar.

Al encoger su tamaño, el embutido legislativo oficialista encareció su cohesión. Si para las huestes de Mier, Delgado, Sheinbaum y nuevos operadores del Presidente en San Lázaro, negociar puertas adentro será caro, complejo e incluso a veces nauseabundo, para dialogar y conseguir esa mayoría calificada que demanden reformas constitucionales pendientes en el proyecto lopezobradorista, imagínese.

Como muestra va la amenaza de Rubén Moreira —líder de la bancada tricolor en la próxima Legislatura— de impedir la instalación de la Mesa Directiva si la megabancada se concreta. Será el priista Augusto Gómez Villanueva, presidente de la Mesa de Decanos, quien deberá instalar la Mesa Directiva. O no. Moreira cuenta con respaldo de sus pares Jorge Romero, del PAN, y Luis Espinoza Cházaro, del PRD. Real politik que no se destruye, sólo se transforma.