Carlos Urdiales

Sheinbaum o Ebrard

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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Del 26 de septiembre al 2 de octubre Parametría, Covarrubias y Asociados junto con BGC Ulises Beltrán, levantarán la encuesta nacional abierta a militantes y simpatizantes de Morena que definirá su nueva dirigencia nacional. 

Se registraron 51 candidatos a la presidencia y 54 a la secretaría general. Habrá criba por parte del INE que reducirá la lista de imposibles para dejarla racional. Los nombres con probabilidad política son: Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo, Yeidckol Polevnsky y Gibrán Ramírez.

Cada opción representa un futuro para un movimiento desarticulado, adicto al liderazgo del Presidente López Obrador, quien después de ganar la Presidencia, dejó a Morena en la anarquía; a la deriva.

Ni Yeidckol Polevnsky ni Alfonso Ramírez Cuéllar pudieron estructurarlo, hoy huele a perredización mientras sus grupos delinean fronteras e intereses; el mayor e inmediato, cumplir la orden de Palacio Nacional de no perder la mayoría en la Cámara de Diputados. Segundo, perfilar al o a la sucesora de AMLO.

Porque sin oposición a la vista y, a pesar del sexenio perdido en materia económica a causa de la pandemia con su manejo político y económico, Morena aún aspira a conservar la Presidencia y la elección interna es crucial.

Los bandos están a la vista; Marcelo Ebrard operador metafuncional de la 4T que igual busca vacunas que le saca lustre internacional menos diplomático de los mandatarios; y Claudia Sheinbaum, consentida en los afectos presidenciales, funcionaria pública racional que en medio del hiperpresidencialismo logra notas de criterio propio. Entre uno y otra se parten los inscritos por la dirigencia de Morena.

Mario Delgado con bagaje y experiencia, tiene credenciales de conciliador cuenta con apoyos relevantes desde el Senado, político bien formado que representa el posicionamiento de Marcelo Ebrard (recuerde que el también exjefe de Gobierno capitalino le cedió paso a AMLO en 2012 a pesar de otra encuesta que le daba con qué pelear).

Alejandro Rojas Díaz Durán juega también para Ricardo Monreal que apuesta por sí mismo en la expectativa de que las circunstancias y humores de Palacio Nacional necesiten una tercera vía; mientras tanto, va más cercano al canciller y a Mario Delgado que a quien le ganó (victoria impugnada) la candidatura a la CDMX en 2018.

Porfirio Muñoz Ledo aglutina no sólo a quienes apoyan a Claudia Sheinbaum, también a los puristas de la 4T, aquellos que por sus trayectorias y entrega perciben al obradorismo como algo digno y capaz de ser plataforma, ideología y escuela. La esencia de la transformación la asumen como algo intrínseco a sus oficios durante los últimos lustros.

Bertha Luján (que decidió no someterse a una encuesta, pero que buscaba la presidencia en una elección interna), trabaja a favor de Porfirio para poner orden en el caos (Muñoz Ledo heredó el PRD de Cárdenas y lo entregó bien estructurado y ganador a López Obrador); un arquitecto político cuya avanzada edad no le restan capacidad ni brillo.

Gibrán Ramírez juega a la chica, su juventud (30 años), preparación académica y militancia en el movimiento le dan derecho a proponer una dirigencia neutral, volcada a articular los méritos de la 4T, a reparar inteligentemente el folclor presidencial; a crear desde las bases un partido moderno, incluyente, menos chabacano y sobre todo, competente.

Si Gibrán no gana, en Palacio Nacional deberían considerarlo como vocero (con voz propia) de la Presidencia. Más allá del protagonismo y amor por escucharse a sí mismo, a AMLO le ayudaría mucho un aliado orgánico como el joven doctor Ramírez Reyes capaz de debatir con adversarios, que tiene argumentos para reemplazar la palabra impuesta desde el poder, por el debate de ideas desde la razón.

Morena se juega su futuro como partido político cuando su creador deje el poder. Su herencia depende de cómo se organice para estar en aptitud de ofrecer algo más cuando el puñado de frases y refranes se agoten.

Consolidar la 4T demandará mucho más de lo que hoy ofrece un movimiento dependiente de una figura, su voz e imagen. Quien gane la encuesta inclinará la balanza del poder real, el de las alianzas e intereses, a favor de la que hoy se perfila como la disyuntiva morena para 2024, Ebrard o Sheinbaum.