Daniel Alonso

Fragmentado

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hablar de la identidad o idiosincrasia del mexicano siempre ha resultado un tema amplio y complejo, que casi siempre nos termina por encerrar en aquel mítico laberinto que dibujó Octavio Paz con un ensayo que pareciera aún no termina por escribirse y que inevitablemente siempre sale a relucir cuando tratamos de entender o entendernos como mexicanos. Y uno de esos capítulos no escritos, pero que es indispensable para tratar de explicar qué demonios es ser mexicano, es ,sin duda, “triunfos y derrotas de la Selección Mexicana”.

El domingo, desde “la tierra que nos fue robada”, porque gran parte del inconsciente colectivo del mexicano sigue creyendo que la mitad del territorio fue parte de un robo de los Estados Unidos, no acepta la idea que ciudadanos de Texas, en donde se realizó el encuentro del domingo, simple y sencillamente querían pertenecer a la Unión Americana; el motivo, se sentían más identificados a los del norte que a los del sur.

Pero ese tema, digno de un amplio análisis, lo dejamos a un lado para nuevamente enfocarnos al debut de Jaime Lozano con la Selección Mexicana, porque por arte de magia, los mismos futbolistas que hicieron uno de los grandes ridículos en la historia del futbol mexicano, recobraron la memoria y vencieron categóricamente 4-0 a Honduras. Al mismo tiempo que la goleada se cimentaba, muchas voces no tardaron en afirmar que gran parte de lo sucedido con Diego Cocca se trató de una maquinación de los futbolistas o como se conoce en nuestro idioma popular “le tendieron la camita” al argentino.

Las palabras en zona mixta de Edson Álvarez, uno de los actuales “líderes” del Tri, dio más tela al debate: “Nos sentimos más cómodos con un entrenador mexicano”. Muchos pueden tachar de cínico al todavía jugador del Ajax, pero también desde otro ángulo podemos reflexionar sobre por qué nunca le preguntan a los que finalmente tendrán que anotar los goles o defenderlos; sé que nunca sucederá, pero el propio Jimmy Lozano tiene toda la razón cuando también declaró que “el próximo entrenador, extranjero o no, debe conocernos”.

Y cuando el Jimmy dice “conocernos” vaya que no es una tarea sencilla, pues hablamos del trastorno de múltiple personalidad que Night Shyamalan retrata en su película de suspenso Split en donde Kevin, el protagonista, convive simultáneamente con 23 identidades y en lo más profundo de su psique, poco a poco va tomando fuerza una identidad más, la más oscura de todas y que ha sido bautizada como “La Bestia”.

¿Quién es el mexicano realmente? El solidario que es capaz de remover los escombros de un edificio durante horas con sus propias manos para salvar a un desconocido; el que se roba descaradamente los víveres que otro ha donado; el que sin ningún problema puede bajarse de su auto y darte un tiro porque te le cerraste en el tránsito; el que huye (sufre) de sus raíces indígenas, o el que está orgulloso de ellas; el que está extraviado en la multiculturalidad, pero fielmente manda dólares cada semana a su familia y acude siempre a los majestuosos estadios en Las Vegas o Houston para apoyar a su Selección Mexicana.

¿Cuáles son las 23 identidades que habitan en la Selección Mexicana? ¿Ante Estados Unidos fuimos testigos de lo destructivo que podemos ser? Mil preguntas y el laberinto de Paz parece no tener salida.