David E. León Romero

Por Acapulco

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El Presidente Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de su trayectoria, ha demostrado sensibilidad, solidaridad y empatía ante los efectos de los fenómenos naturales que, en coincidencia con muchos otros factores, han provocado desastres.

Corrían los meses posteriores a la elección del 2018, siendo ya Presidente electo, sin mayores atribuciones y responsabilidades en aquel momento, con su profundo compromiso con los más necesitados, emprendió una serie de estrategias para atender a la población del litoral del Pacífico mexicano que había sido golpeada por los efectos de los vientos y la lluvia de un ciclón tropical. Así, atendió de primera mano desde el primer día de su Gobierno, con el apoyo de miles de servidores públicos de diversas instituciones, a aquellos que sufrían a consecuencia de emergencias y desastres.

Acapulco, golpeado por Otis, no fue la excepción. La presente administración, a cuatro meses del impacto del fenómeno, ha invertido poco más de 28 mil millones de pesos en tareas de limpieza, reconstrucción y rehabilitación de hogares, infraestructura e inmuebles diversos, acciones emprendidas por más de tres mil servidores públicos. Además, las familias han podido recuperar sus pertenencias, mediante la entrega de más de 41 mil refrigeradores y casi 19 mil estufas. Como parte de los apoyos para los guerrerenses, la suspensión en el cobro de la electricidad continuará por dos bimestres más, justo cuando el clima se vuelve más extremo y el apoyo incrementa su valor.

Después de un episodio doloroso, Acapulco intenta retomar el ritmo, teniendo en agenda diversos eventos que traerán visitantes e inversiones, además de derrama económica que fortalecerá la economía local. Entre los más relevantes se encuentran el Abierto Mexicano de Tenis, la Copa de Futbol de Playa y la edición 2024 de la Convención Bancaria. Aunado a ello, Acapulco será sede y los acapulqueños anfitriones de más de 20 convenciones, que se calcula puedan convocar a cerca de 40 mil visitantes. El esfuerzo y la disposición de los organizadores de estos eventos resultan plausibles, ya que lo fácil para ellos hubiera sido un cambio de sede.

El paso de Otis por Acapulco deberá dejar en nosotros mucho más que tragedia. Cultivar la resiliencia resulta fundamental. Se repite hasta el cansancio que los desastres no son naturales, es decir, no son espontáneos o casuales, sino socialmente construidos, es decir, causales. Los desastres y las emergencias se construyen producto de las decisiones que tomamos, mismas que van aglutinando riesgos que, con la aparición de los fenómenos naturales, provocan muerte y devastación. Frente a esto, la prevención es una tarea pendiente y requerida permanentemente.

El éxito en la gestión de estos eventos se traduce —primordialmente— en salvaguardar la vida de los ciudadanos. Esto se ejercita a través de la preparación y la atención oportuna; el alertamiento puntual y los planes de evacuación eficiente y segura resultan claves. El fortalecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil debe ser una tarea permanente, y me atrevo a asegurar que será una prioridad para la próxima presidenta de México.