Extremar precauciones

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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¿Cómo te sientes en diciembre? Momentos de felicidad, ilusión, reflexión, unidad, amor y diversión. Usualmente, las imágenes que se generan y difunden a nuestro alrededor transmiten ese tipo de emociones, y en muchas ocasiones, nuestra realidad es opuesta y se magnifica con el contraste. Días fríos, de poca luz, nublados y árboles con pocas hojas, abonan a la aparición de tristeza, dolor, soledad, sufrimiento, incertidumbre, miedo y ansiedad. Éstas son algunas de las emociones que en muchos de nosotros emergen en esta temporada. A esto se le llama Trastorno Afectivo Estacional, y justamente se refiere a la depresión que esta época del año podría incentivar en nosotros. Por obvias razones, los habitantes de las zonas norte del planeta la sufren en mayor intensidad que aquellos que habitan en otras regiones.

Por ello, debemos extremar precauciones en torno a lo que sentimos y a lo que podrían sentir en esta temporada del año las personas que nos rodean. Los expertos recomiendan atender el padecimiento en su fase temprana, procurando no aislarnos e integrarnos con otras personas, intentando elevar la interacción humana, privilegiar la actividad física y la exposición a la luz solar.

El Trastorno Afectivo Estacional se atiende profesionalmente a través de la psicoterapia, el suministro de medicamentos y la fototerapia, que consiste en la exposición del paciente a la luz para tratar de equilibrar su organismo.

Tener poco interés, sentirse la mayor parte del tiempo triste, culpable, poco útil, cansado o sin energía y con problemas para conciliar el sueño son parte de los síntomas. Si el cuadro se alarga, la mejor acción que puedes realizar es acercarte con un especialista.

Esta temporada es una extraordinaria oportunidad para abrir bien los ojos e intentar detectar quién la está pasando mal a nuestro alrededor; en ocasiones no es complejo darnos cuenta y basta con estar un poco más atento a los detalles. Te sugiero repasar tu directorio y tomar un momento para llamar o visitar a esa persona que sabemos que está sola, que ha pasado momentos complejos y que sería más propensa a sufrir depresión. Lo que decimos o hacemos, puede ser definitivo y afectar de manera profunda la vida de quienes nos rodean. Elevemos nuestras consideraciones con el otro, evitando la confrontación y buscando la convivencia respetuosa y la reconciliación.

El Covid-19 afectó tremendamente nuestra existencia, arrebatando la vida de cientos de miles de personas queridas; por si esto fuera poco, el daño más grande y poco visibilizado está en nuestra salud mental, afectada por la tristeza de la pérdida, el miedo a enfermar e incluso morir, la angustia de perder el empleo y la disminución en las condiciones de bienestar en todo sentido. El número de personas que hoy sufre depresión, estrés y ansiedad se ha multiplicado; de la mano de ello, la violencia se incrementa, construyendo un entorno realmente preocupante, que se agudiza en esta época del año. Celebremos las fiestas decembrinas, regalando a los otros atención, afecto y misericordia.