La pandemia que sigue: la de la salud mental

CLARAMENTE

Dra. Yolanda Pica
Dra. Yolanda PicaLa Razón de México
Por:

La semana pasada leímos en los medios la noticia alarmante de que en el mes de octubre, en Japón se registraron más muertes por suicidio que por Covid-19, llegando a una cifra de 17 mil suicidios en lo que va del año, lo que representa un aumento de casi 40 por ciento comparado con el año pasado. Los expertos subrayan que la pandemia ha agravado los problemas de salud mental debido a los confinamientos prolongados, el aislamiento de los miembros de la familia, el desempleo y otras preocupaciones financieras y sociales, que se suma a que en la cultura japonesa hay una larga historia de “suicidio honorable”, ritual establecido por los samuráis para evitar ser capturados y no provocar vergüenza a la familia.

De acuerdo a la estadística de National Center for Health Statistics (NCHS), en la que se mide la salud norteamericana, en una comparación de junio de 2019 a junio de 2020 se habían aumentado por cuatro los síntomas ansiosos y depresivos, pasando del 11 al 40% en la población general. En México, de acuerdo con el Inegi, el suicidio es la cuarta causa de muerte en adultos, con un incremento de 3.5 a 5.2 por cada 100 mil habitantes en los últimos años. La estimación de Edilberto Peña, neuropsiquiatra y maestro en Ciencias, es que aumente 20% en relación directa a la pandemia, dijo para la revista Forbes de septiembre.

María A. Oquendo, una de las líderes mundiales de la psiquiatría, en una conferencia que presentó en el congreso de la Asociación Psiquiátrica Mexicana en octubre pasado, afirmó que la siguiente pandemia que enfrentará el mundo será la de la salud mental, para la que nos tenemos que preparar de inmediato.

Veamos el mecanismo por el que podemos ver afectado nuestro equilibrio mental: es la primera vez que enfrentamos una cuarentena global frente a una enfermedad grave y desconocida, esto nos lleva a una reacción inicial de miedo, que evoluciona a pánico, porque nos sentimos indefensos e impotentes, además de susceptibles tanto de enfermarnos o de que muera algún familiar, a tener pérdida de empleo y problemas económicos, a un cambio de vida por estar confinados, lo cual lleva a cambios en el cerebro: actúa nuestro centro del miedo (amígdala cerebral) y baja la capacidad de tener empatía con los otros (lóbulo frontal del cerebro), debido a lo anterior se presenta: irritabilidad, enojo, intolerancia y tendencia a pelear lo cual en los hogares va generando la “Tormenta Perfecta”. Se pueden manifestar síntomas depresivos, insomnio, ansiedad, aumento en el consumo de alcohol o drogas, preocupación por la salud física, violencia intrafamiliar y maltrato infantil.

Por fortuna hay una débil luz al final del túnel: ya hay algunas vacunas que seguramente el siguiente año serán accesibles para todos, pero mientras tanto les presento una serie de sugerencias que pueden implementar antes de tener que acudir con un experto.

El primer paso es aceptar que todos estamos afectados emocionalmente, partiendo de ahí, se sugiere hacer equipo con alguien (amigo o familia) con quien dos o tres veces por semana puedas hablar honestamente acerca de tus preocupaciones, retos, hábitos y ansiedades, no tiene que ser de manera personal. Cuidar el mal impacto de la sobreinformación que puede llevar a pensamientos catastróficos y desesperación: escoge dos buenas fuentes y dosifícalas a 15 minutos en la mañana y en la noche para que estés bien informado.

Hacer un cuidado especial de los hábitos de sueño, pues de eso depende el metabolismo cerebral y el sistema inmune que son centrales en este tiempo, tratando de mantener los mismos horarios, lo cual se facilita si una hora antes no tienes contacto con pantallas, ya que los monitores liberan una luz azul que manda una señal a nuestra glándula pineal, confundiéndola y retardando la hora de dormir, es recomendable buscar alguna técnica de relajación: escoge la que te guste y conviértela en un hábito, puedes usarla en cualquier momento que sientas que te estás desbordando. Disminuir al máximo el consumo de substancias tóxicas como alcohol y drogas, que si bien pueden dar una falsa y temporal alegría el cerebro las procesa como dañinas y causantes de depresión. Busca hacer algún tipo de ejercicio en forma cotidiana, ayuda a que tu metabolismo funcione mejor y produce neurotransmisores que favorecen mejoría en el estado del ánimo. Trata de que en las primeras horas de la mañana tengas contacto con la luz del sol (aunque sea a través de una ventana) ya que esa percepción envía mensaje a los ritmos circadianos mejorando tu funcionamiento físico. Busca estar cerca de tus seres queridos, pues distanciamiento físico no significa distanciamiento afectivo.

Finalmente: es fundamental el uso de cubrebocas y no salgas a menos que sea indispensable, la enfermedad es impredecible y puede ser mortal en cualquier edad, circunstancia y nivel social.

En las palabras del periodista Antonio Navalón: “El primer cambio geopolítico es mental e individual, es saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe y que el que hay que construir es uno sobre valores como son sociedades libres y fuertes”.