Eduardo Marín Conde

El Blanco y el negro en el cine actua

CINEBUTACA

Eduardo Marín Conde
Eduardo Marín Conde
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Siempre es placentero ver películas en blanco y negro, y no me refiero a las de hace más de medio siglo, sino a producciones actuales. Totalmente inusual, pero no se ha perdido el impulso de recuperar este tipo de fotografía, poseedora de una estética singular, capaz de incentivar una gama de sensaciones. Dos importantes películas recientes de Netflix están filmadas en blanco y negro.

Destaca “Mank”, del siempre brillante David Fincher, que muy probablemente tenga el mayor número de nominaciones al Oscar, incluyendo mejor película, y que casi tiene amarrada la estatuilla a Mejor Fotografía, de Erick Messerschmidt, en su primer largometraje en cine, camarógrafo de diversas series como “Legion” y “Mindhunter”. Sería el tercer filme en blanco y negro en 54 años en ganar Mejor Fotografía, tras “La lista de Schindler” y “Roma”.

La otra es el drama intimista “Malcolm y Marie”, rodada enteramente en un departamento, con sólo dos actores, cuya foto es del húngaro Marcell Rév, quien ya había trabajado con el director Sam Levinson en la serie “Euphoria” al igual que la actriz Zendaya, quien pudiera llevarse la nominación a mejor actriz estelar, aunque no fue considerada en los importantes premios SAG del sindicato de actores.

En mi niñez, a fines de los 60, en mi natal Puebla, cuando me maravillé con la magia del cine, la pregunta de cajón al ir al cine era si la película era en blanco y negro o color. Aunque a fines de los 30, Hollywood asombró con la superproducción en technicolor de “Lo que el Viento se Llevó”, todavía durante dos décadas predominó el blanco y negro. Ya en los 70 el color se impuso y se extendió rápidamente, pero siguieron realizándose sobresalientes filmes en B&N: “La última película”, dirigida por Peter Bogdanovich; la hilarante “Frankenstein junior” de Mel Brooks; esa joya de Woody Allen que es “Manhattan”; “El hombre elefante” de David Lynch, y “Toro salvaje” de Scorsese. En contextos diferentes y con temáticas disímbolas, las cinco aprovecharon los claroscuros visuales para transmitir con vigor un sentido estético.

El ejemplo perfecto de las virtudes de retomar el blanco y negro para profundizar en una atmósfera humana y apuntalar el sentido dramático de la historia, es la obra maestra de Steven Spielberg “La lista de Schindler” (1993), que arrasó los Oscar, aparece en múltiples listas entre los 10 mejores filmes de la historia y resultó un taquillazo, con ingresos de 320 millones de dólares en el mundo, cuando su costo fue de 22 millones.

En 2012 La francesa “El artista”, muda y en B&N, sorprendió con su audacia y creatividad y ganó el Oscar a mejor película. Además, en los últimos seis años, dos filmes en B&N han ganado la estatuilla a Mejor Película Extranjera: la polaca “Ida” y la mexicana “Roma”, de Alfonso Cuarón. Prueba irrefutable de la riqueza expresiva que el blanco y negro puede ofrecer cuando se emplea con tacto y toque artístico.