Eduardo Nateras

El día del oficialismo

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras
 *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como hace muchos años no se veía, el miércoles pasado, la atención nacional estuvo al pendiente de redes y medios de comunicación para dar seguimiento puntual del dramatismo en torno a la definición de la candidatura presidencial del partido gobernante —a ocho meses de distancia de la jornada electoral—.

Fue desde pasadas las elecciones intermedias de 2021 cuando, abiertamente, el Presidente comenzó a posicionar a quienes, a su juicio, tenían posibilidades de jugarse la candidatura de Morena. A partir de ese momento, sus opciones predilectas comenzaron a aparecer de manera intensiva en cuanto acto público se pudo, con dos claras preferencias: Adán Augusto López —entonces secretario de Gobernación— y Claudia Sheinbaum —entonces Jefa de Gobierno de la Ciudad de México—. 

Llamó la atención enseguida que su más fiel alfil desde 2006, no recibiera el mismo apoyo que las otras dos opciones. Pronto resultó evidente que Marcelo Ebrard no estaba entre los favoritos de Andrés Manuel para sucederlo y que el desenlace sólo tendría dos alternativas: aceptar, una vez más —como ocurrió en 2012— los designios de Obrador o, por el contrario, salirse del redil y pelear por ser el candidato por sus propios medios —a sabiendas de las consecuencias que conllevaría oponerse al máximo líder. 

Ebrard optó por la segunda alternativa y, ni bien pasaron las elecciones locales en Coahuila y Estado de México, renunció a su cargo como canciller y anunció, formalmente, que buscaría ser el candidato presidencial de Morena. Su decisión forzó la necesidad de convocar una asamblea nacional morenista de emergencia para definir las reglas del proceso y, posteriormente, la renuncia prematura de quienes aspiraban a ser la persona elegida. 

Este anticipado proceso —que pasó por alto toda legislación electoral— llegó a su fin el miércoles pasado, con la exjefa de Gobierno como la seleccionada para ser la candidata presidencial. Sin embargo, como resultó evidente durante el tiempo que se desarrolló, el camino estuvo lleno de  irregularidades de todo tipo: desde la aparición masiva de espectaculares misteriosamente financiados a lo largo y ancho del país, pasando por denuncias internas de uso de recursos públicos a favor de quien resultaría la elegida, y descalificaciones sobre el proceso de levantamiento de las encuestas utilizadas. 

Las diferencias estuvieron presentes hasta el último minuto. Ebrard propuso reponer todo el proceso, a causa de las serias irregularidades, tachó a sus correligionarios de replicar prácticas priistas, acusó el uso de fuerza pública para impedir el acceso de su representación al conteo de boletas y desconoció el procedimiento y resultado del proceso, a cuyo acto de cierre decidió ser el único ausente. 

Así, Morena tiene ya a su candidata, con la relevancia única que antecede la elección de una mujer—Xóchitl o Claudia— como primera presidenta de México y con la gran incertidumbre del destino de Marcelo: defenestración, operación cicatriz o…chapulineo.