Duelo y esperanza tras la liberación de los primeros rehenes

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Después de 49 días en cautiverio, Hamas liberó el día de ayer a 13 israelíes y 12 tailandeses. Sin embargo, éste no es un momento de euforia nacional en Israel.

Las imágenes que todo el país vio en televisión son duras de digerir. Ancianas, cuatro niños (de 2, 4, 5 y 9 años), madres y trabajadores temporales, cuyas familias están a miles de kilómetros de distancia, caminando, algunos con dificultad, en la frontera entre Gaza y Egipto. Nadie sabe por lo que pasaron en estas semanas; 49 días sin ver el sol.

Muchos de los que fueron liberados, y de los que continúan secuestrados, vieron a sus seres queridos morir enfrente de sus ojos. Otros más perdieron a familiares, y quizá aún no lo saben. Decenas no tienen a dónde regresar, pues Hamas quemó y destruyó sus casas. Hay quienes se reunirán con sus padres, hermanos, hijos, y hay quienes sus más cercanos ya no los podrán esperar.

Para el país, el momento —por no encontrar mejor palabra— es agridulce. El retorno de los primeros 13 rehenes, como resultado del proceso de negociaciones que median Qatar y Estados Unidos, da una luz de esperanza después de más de mes y medio de silencio. Sin embargo, lo cierto es que incluso si Hamas cumple con el trato (la liberación de 50 rehenes a cambio de cuatro días de cese al fuego y 150 palestinos liberados de prisión en Israel, todos ellos en la cárcel por perpetrar o tener vínculos con atentados terroristas), quedarán 180 rehenes más. En los siguientes cuatro días, si la tregua continúa, Hamas liberará a 10 rehenes en promedio por día. Las familias de los 210 que quedan, cada noche recibirán una llamada del ejército, avisándoles si sus seres queridos estarán en la lista del día siguiente. La espera y expectativa son tortuosas. Por el momento sólo niños, madres y ancianas son parte del trato.

A pesar de que Israel pagará un alto costo estratégico a cambio de los rehenes, con excepción de los sectores de la ultraderecha, el consenso nacional está, en su inmensa mayoría, en favor de su liberación, sin importar el costo. Heroicamente, los familiares de los rehenes formaron, en cuestión de días, un movimiento y una campaña internacional que, además de conseguir importante apoyo de muchas partes del mundo, le ha dejado claro al liderazgo en Israel y ha convencido al público israelí de que no hay motivo más importante en esta guerra que recuperar a los rehenes.

El secuestro masivo de cientos de civiles no tiene muchos precedentes en la historia de la humanidad, y mucho menos el secuestro de decenas de niños e incluso bebés. Ningún experto en trauma tiene la receta de cómo recibir y tratar a estos niños. Hay un pequeño aire de esperanza, aunque de inmediato viene a la mente la incertidumbre de lo que pasará con quienes quedan atrás, el duelo por los que ya no están y el largo proceso de recuperación que les espera a los supervivientes.