Guillermo Hurtado

Las boyas del río Bravo

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Se podría hacer un museo de la infamia de todas las tecnologías que se han utilizado en la frontera entre México y los Estados Unidos para impedir el paso de los migrantes: muros, bardas, alambre de púas, cámaras infrarrojas, sensores de movimiento, radares, telémetros térmicos, lentes de visión nocturna, máquinas de reconocimiento facial, drones, etc. A esta lista se ha añadido una más: boyas fluviales.

Hace unas semanas el gobierno de Texas lanzó la Operation Lone Star, que consiste en colocar una cadena de boyas en el río Bravo. El presupuesto calculado para dicha operación es de muchos millones de dólares. Ya se han instalado estas boyas a lo largo de varios cientos de metros y todo indica que están resultando efectivas: la semana anterior se encontraron dos muertos atrapados en ellas. El gobernador de Texas, Greg Abbott, debe sentirse satisfecho de que su agresiva política de inmigración esté funcionando de acuerdo con sus planes. Por fortuna, su gusto macabro le durará poco. El gobierno federal de los Estados Unidos le advirtió al gobierno de Texas que no tiene derecho de instalar esas boyas en esa zona fronteriza, administrada de manera legal por la comisión internacional de límites y aguas de las dos naciones. El gobierno mexicano también ha manifestado su condena por las acciones ilegales del gobierno texano, que ponen en riesgo la navegación y violan los tratados internacionales. Es probable que pronto un tribunal federal estadounidense ordene que se retiren la boyas para que las cosas vuelvan a la normalidad.

La compañía sudafricana que fabrica estas boyas es especialista en todo tipo de bardas de seguridad y de uso militar. Si uno entra a la página web de Cochrane Global puede encontrar todos sus productos, desde muros de alambre de púas hasta estas cadenas de boyas que vienen en diversas versiones: algunas están recubiertas de picos y otras, como las que se instalaron en la frontera fluvial, traen una sierra afilada entre boya y boya. El funcionamiento de las boyas es muy sencillo. La persona que pretende pasar por encima de ellas no puede hacerlo, ya que la boya gira hacia abajo; y para impedir que alguien intente pasar por el reducido espacio que hay entre las boyas, se ha colocado una sierra afilada. Una opción sería cruzar la hilera de boyas por debajo del agua. Para impedir ese movimiento, las boyas están ancladas en lecho del río y tienen una red que impide que se pueda pasar buceando. Cochrane Global afirma que el diseño de esas boyas, patentado por ellos, tiene como objetivo final el de salvar las vidas de las personas que intentan cruzar un límite fluvial o marítimo. La disuasión, según ellos, es una estrategia humanitaria. La desfachatez de Cochrane Global es un complemento perfecto de la perversidad del gobernador Greg Abbott.