Guillermo Hurtado

Libros, libros y más libros

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Asistí a la Feria del Libro de Minería para presentar el libro póstumo de Luis Villoro La identidad múltiple, publicado por El Colegio Nacional el año pasado. Me dio mucho gusto ver la sala llena, porque Luis Villoro es un filósofo que nos interpela, que nos hace pensar, como muy pocos pensadores de nuestros días.

Aproveché para darme una vuelta por la feria y he de confesar que la encontré un poquito desangelada. Me dio la impresión de que, comparada con las de otros años, había menos pabellones y menos público. Hablando con algunas personas que saben de esto, me dicen que quizá los efectos de la pandemia todavía se dejan sentir, pero que, además, hay otros factores que no se pueden ignorar. El cálculo del costo/beneficio de las editoriales para montar un pabellón en la Feria de Minería las ha hecho pensar dos veces antes de instalarse en ella. Además, han aparecido otras opciones, otras ferias de libro en la Ciudad de México, a las que el público se acerca con mayor facilidad. Espero que los organizadores de la Feria de Minería encuentren una respuesta a estas dificultades para que vuelva a tener el brillo que ha tenido durante 44 años.

Pasando a otro tema, aproveché para pasar a la Feria del Libro de Ocasión, que en esta ocasión está montada bajo unas carpas a un costado del Palacio de Bellas Artes, en la Alameda. Si en la Feria del Libro de Minería se presenta a las flamantes novedades, en la de al lado, en la Del Libro de Ocasión, se ofrece, como desde hace 35 años, a los dignos veteranos. No pretendo competir con Salvador Novo en su elogio de los libros viejos, pero tampoco quisiera perder la ocasión para recordar a mis lectores de las maravillas que pueden encontrar en la Feria del Libro de Ocasión, como se la llama. Lo primero que habría que señalar, con ánimo analítico, es que no es lo mismo un libro viejo que un libro de segunda mano. Hay libros viejos que, por ejemplo, permanecen intonsos, es decir, con las hojas pegadas y que, por lo mismo, sabemos que jamás fueron leídos, y hay otros, que pueden no ser tan viejos, pero que sí fueron manoseados por otra persona, a veces con tanta delicadeza que no se pueden distinguir de aquellos que jamás fueron abiertos y, otras veces, con un trato burdo, como, por ejemplo, los que están todos rayados por sus antiguos dueños.

Una visita a las dos ferias nos deja exhaustos. ¿Hay demasiados libros? Quizá los hay para un individuo durante el corto lapso de su vida, pero no estoy seguro que los haya para la humanidad entera. Yo todavía no he llegado a ese momento en el que diga: ¡basta, hasta aquí llegué, ya no más libros!