Guillermo Hurtado

Los tiempos de la nueva escuela mexicana

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La reforma educativa que propone la SEP es la de mayor calado de nuestra historia reciente. Ante la profundidad de los cambios previstos, es preciso que hagamos una revisión crítica de los tiempos en los que se planea ejecutar dicha mudanza.

Por lo que se sabe, la SEP pretende que en 2023 todas las escuelas primarias —por lo menos ellas, porque aún no se sabe lo que sucederá con las secundarias y las preparatorias— comiencen el ciclo escolar con el plan de la nueva escuela mexicana.

Soy de la opinión de que plantear este objetivo es irresponsable por varias razones.

Tal parece que el gobierno tiene prisa por echar a andar el nuevo modelo educativo por consideraciones políticas y no por consideraciones estrictamente didácticas. Como se corre el riesgo de que el partido en el poder pierda las elecciones presidenciales del 2024, lo que se pretende es dejar instalada la reforma educativa, aunque llegue la oposición al poder.

El problema con lo anterior es que una reforma tan profunda como la que se está proponiendo tomará por sorpresa a los maestros y alumnos. Lo ideal sería que la reforma se pusiera en funcionamiento de manera escalonada. Me explico: que los niños que entren a primero de primaria en 2023 comiencen con el nuevo modelo, pero que todos los demás alumnos de primaria, de segundo a sexto, se queden con el modelo anterior. De esta manera, en el lapso de seis años se lograría completar el proceso de adaptación del nuevo modelo de manera cuidadosa, sin violentar los procesos de enseñanza-aprendizaje tanto de los docentes como de los alumnos.

El cambio gradual también es recomendable por las graves condiciones en las que quedó el sistema educativo nacional después de la pandemia. Habría que restaurar ese daño antes de aventurarse en un cambio tan drástico del modelo educativo.

Pienso en el caso de un niño que en 2023 pase a sexto de primaria después de haber cursado los cinco años previos con el modelo anterior y, además, después de que en segundo y en tercero tuvo que quedarse en casa debido a la epidemia. Este niño tendrá que adaptarse, en el último año del ciclo escolar, a una forma de trabajo dentro del salón de clases que será muy diferente de la que él conoce y que sus maestros también conocen. Los riesgos de que su aprendizaje resulte insuficiente son muy altos. Estamos hablando de una generación entera perjudicada, primero por la pandemia y luego por el cambio abrupto del modelo escolar.

Por el bien del país, los cambios en la educación deben planearse con sumo cuidado y, por lo mismo, a mediano plazo. La Cuarta Transformación debe olvidarse de las consideraciones electorales y pensar en el bienestar de una generación de niñas y niños mexicanos.