Horacio Vives Segl

Comicios en Ecuador y Perú: lecciones y sorpresas

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
Horacio Vives Segl
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Azotados por la fuerte crisis de Covid-19 en ambos países, se celebraron el pasado domingo elecciones en Perú (Presidencia, Congreso y Parlamento Andino) y Ecuador (segunda vuelta presidencial).

Remontada épica en Ecuador. Tras un complejo y breve litigio, la primera vuelta dejó a Guillermo Lasso (Movimiento CREO-Partido Social Cristiano) apenas 32 mil votos arriba de Yaku Pérez, asegurando su pase al ballotage, con el gran reto de remontar el millón 200 mil votos (13%) que le sacó en la primera vuelta Andrés Arauz, el candidato correísta —curiosamente, empadronado en México—. De ese tamaño era el desafío, en una campaña de sólo 7 semanas. Varias decisiones clave explican el éxito de Lasso y su habilidad para reinventarse y favorecer su imagen y su discurso. En primer lugar, generar un amplio paraguas en el que cabían distintos grupos cuyo único pegamento era el rechazo al retorno de Rafael Correa (en esa lógica, el eslogan del “Reencuentro” tuvo un importante éxito). En este aspecto y varios más, las redes sociales jugaron un papel fundamental: la incursión en TikTok fue un acierto que causó furor, y el hashtag #AndrésNoMientasOtraVez fue un proyectil certero que no pudo esquivar Arauz. Al final, Ecuador dio muestra de que, cuando se enfrentan una opción populista y otra demócrata liberal, casi siempre será mejor la segunda.

Laberinto peruano. Prácticamente nadie vio venir que Pedro Castillo fuera la opción más votada en las elecciones a la Presidencia en Perú. Habrá segunda vuelta el 6 de junio. Castillo parece una curiosidad mística, pero si uno lo piensa, su perfil cada vez es menos extraño en la política continental: profesor rural autoproclamado de izquierda, por un lado defiende el rol protagónico del Estado en la economía y busca nacionalizar industrias energéticas y, por supuesto, combatir la corrupción; pero también quiere regular a los medios de comunicación y desmantelar el Tribunal Constitucional, al tiempo que se opone al aborto, a la eutanasia, al matrimonio igualitario y a la agenda LGBT+. En suma, ¿eso es izquierda? Pues eso dice Castillo, quien enfrentará en la segunda vuelta a Keiko Fujimori, quien, como su padre, expresidente luego convertido en dictador, fue también encarcelada en su momento por corrupción. Como ya habíamos dicho, en su apellido lleva la penitencia: de 2 veces que ha pasado a la segunda vuelta electoral, en ambas ha perdido. ¿Qué pasará en la tercera?

En todo caso, no es un buen escenario para la democracia peruana. De entre las 18 alternativas presidenciales, las 2 más votadas apenas rebasaron el 30% de los sufragios. Dado el deficiente diseño constitucional, que hace coincidir las legislativas con la primera vuelta presidencial y no con la segunda, quien gane la Presidencia va a gobernar nuevamente con un raquítico escudo legislativo, así que, si no forma una coalición mayoritaria estable, es muy probable que se reediten los conflictos entre Ejecutivo y Legislativo que han llevado a los permanentes amagos o consumaciones de destitución o disolución, respectivamente. No es gratuito que, con excepción del breve interinato (8 meses) de Valentín Paniagua, todos los demás expresidentes peruanos, repito, todos, desde 1985, han sido destituidos, enjuiciados, encarcelados, 2 de los anteriores o todos acumulados, por corrupción.