Horacio Vives Segl

La frente en alto: la marcha en defensa del INE

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hay que señalarlo fuerte y claro: nunca antes en la historia de este país, la ciudadanía libre, atravesada por todos los grupos sociales que la componen, se había manifestado de forma tan contundente para defender a la democracia y a las autoridades electorales —y específicamente al Instituto Nacional Electoral—, como lo apreciamos el domingo 13 de noviembre de 2022, fecha que quedará marcada como un hito en la historia política del país.

El domingo construimos y presenciamos un momento vibrante, una cita con la historia. El momento lo exige y la ciudadanía está consciente de que el INE es un bastión clave de contención, para poner límites a los intentos de regresión autoritaria de un Gobierno que sólo dialoga y encuentra respuestas frente al espejo; una ciudadanía consciente de su valía, que no tuvo empacho en salir a confrontar los insultos y descalificaciones concentradas en un discurso de odio recalcitrante, proveniente nada menos que de quien debería representar —con unidad y dignidad— al Estado mexicano, a todas sus ciudadanas y todos sus ciudadanos, incluyendo a los que, por cualquier motivo, piensen u opinen distinto de él y sus partidarios.

La marcha del domingo será por siempre una de las más potentes imágenes de la defensa de la democracia en México, exigiendo respeto a la institución civil más confiable y valorada del Estado mexicano: el INE, motivo por el cual la ciudadanía tomó los espacios públicos —calles, plazas y redes sociales— para hacerlos suyos y expresar categóricamente su desacuerdo con la iniciativa de Reforma Electoral del Gobierno y su partido. A la multitudinaria protesta en la Ciudad de México hay que sumarle, por supuesto, las distintas marchas y manifestaciones en una cincuentena de ciudades del país e incluso en el extranjero.

Dentro de los más notables aciertos en la celebración de la marcha capitalina en defensa de la democracia mexicana, hay que destacar la acertadísima selección de José Woldenberg como orador único. Nadie puede dudar de las contundentes credenciales democráticas y del liderazgo institucional de quien fue el consejero presidente del primer Consejo General, plenamente autónomo del entonces Instituto Federal Electoral. Su intachable trayectoria como militante de izquierda, funcionario ejemplar del Estado mexicano y su posterior retorno a la academia, la investigación y la docencia, sin buscar cargo político alguno después de su paso por el IFE, lo hicieron la voz firme, idónea, sin estridencias, para expresar, en un diagnóstico llano y contundente, el recuento de los enormes sacrificios, los acuerdos adoptados, los resultados obtenidos en la transición y consolidación democrática y la gravedad de lo que está en juego, en términos de regresiones autoritarias. Una pieza discursiva que pasará a la historia y que nos hace recordar lo necesario que es devolver dignidad, argumentos y elocuencia al debate nacional.

En lo que va de la presente administración, este ha sido el movimiento de protesta mejor vertebrado en contra de las pulsiones autoritarias de quienes hoy gobiernan. Pero su líder, penosamente, parece no entender el mensaje de una parte significativa de la sociedad y, siguiendo de nueva cuenta su pulsión, reaccionó denostando y minimizando la inconformidad ciudadana. Una vez más, la terca realidad se sale del capricho de la visión, más que autoritaria, de la “democracia” de una sola voz, sin disidencia alguna.

El 13 de noviembre de 2022 fue un día estupendo para México. La organización fue impecable, la participación libre y multitudinaria y el saldo blanco. Un día de otoño para la primavera de una ciudadanía vibrante, consciente del valor de la democracia plural y de la institución insignia que la defiende y representa a la vez.