Javier Solórzano Zinser

El pasado y los adversarios

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Si bien el Presidente todavía tiene un tramo por recorrer hace bien en colocar temas urgentes ante los que no se han dado avances sustanciales. 

Que logre cambiar el estado de las cosas o al menos atemperarlo será el mejor legado que podrá dejarle a una sociedad castigada. En algunos problemas queda claro que se requiere de tiempo para erradicarlos o llevarlos a una dinámica distinta.

El concepto 4T, a pesar de lo que significa para el Presidente y lo que quiere que sea en la historia de la mano de una incesante ideologización, puede terminar por ser un asunto secundario para sus millones de seguidores y sus objetivos.

Si el Presidente no le ofrece a la ciudadanía solución a los graves problemas cotidianos, los cuales la tienen viviendo contra las cuerdas, poco o nada podría trascender su gestión. Hasta ahora el diagnóstico de los problemas no ha llevado a la solución de los mismos, sin soslayar la carga de dificultades que venimos cargando y padeciendo.

Al paso del tiempo el Presidente podría ser recordado como un político que logró una legitimidad inédita y que tuvo en su entorno una aprobación y popularidad significativa, pero que al final terminó por no trascender, como se lo había propuesto junto con la esperanza que su triunfo provocó.

Sin dejar de reconocer el sinfín de adversidades en las que vivimos y que le tocó al Presidente enfrentar, también se tiene que atender que fue el propio tabasqueño quien una y otra vez aseguró que con él las cosas serían distintas. La esperanza sirve para imaginar la vida, pero no para enfrentarla si tarde que temprano le llega la terca realidad.

La sistemática referencia presidencial al pasado va dejando de tener vigencia porque ese tiempo señalado va paso a paso revirtiéndose debido a que ya estamos en otro tiempo, el cual ya es su tiempo. El pasado como forma de gobierno se puede convertir en una pesadilla para el Presidente, en la medida en que sus innumerables observaciones no sean atacadas y transformadas en función de la responsabilidad que ahora recae estrictamente en él y su gobierno.

Algunos de los programas de gobierno van dando resultados. Más allá de filias y fobias van caminando y también van a enfrentar el reto de mantenerse, mucho depende del dinero porque es a través de este mecanismo, la entrega directa, como se instrumentan las políticas públicas. El problema serio se va a venir cuando eventualmente se les acabe el dinero el cual están sacando de donde pueden y como pueden.

El país ha tenido con López Obrador cambios sustanciales que han pasado más por la forma, que por el fondo. El gran pendiente sigue siendo que si no se atajan los grandes problemas nacionales, si no se aprecian nuevas directrices, el Presidente y su gobierno irán entrando en un círculo vicioso en donde la problemática seguirá entre los ciudadanos.

El tema número uno para el país es la inseguridad. López Obrador se asomó a ello el miércoles bajo una mirada de presente y futuro. Hizo ver que si no la resuelve en lo esencial, o al menos le da un giro, los objetivos de su gobierno quedarán truncos.

Aseguró que: “si no terminamos de pacificar a México, por más que se haya hecho no vamos a poder acreditar históricamente nuestro gobierno. Es un desafío hasta político porque nuestros adversarios se frotan las manos”.

Estamos entrando en una etapa brutalmente violenta. No se generaliza, pero en los últimos meses se ha ido riesgosamente extendiendo.

Para enfrentar el momento lo mejor sería que el Presidente deje su obsesión por el pasado, deje de remitir sus referencias a sus adversarios y todo lo que tiene en la mira. Lo mejor sería enfrentar la inseguridad con todas y todos porque todas y todos somos los afectados.

RESQUICIOS

Se viene toda la caballería para impulsar la consulta de resultados claramente previsibles. La cuestión no está en el resultado, está en qué tanto va a participar la ciudadanía, la cual hoy se ve con pocos ánimos sobre el tema.