Julia Santibáñez

Esto es vivir “de la mejor manera posible”

LA UTORA

Julia Santibáñez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julia Santibáñez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Pertenezco a una suerte de club monotemático: casi siempre estoy pensando en libros. Hablando de ellos. Del que me escabeché años atrás y dejó una marca en la ingle, de los ejemplares en cuyas páginas habito varias horas al día o el que estoy en trance de perpetrar como autora.

Ocupa mi mente esa joya que presté por idiota y por ídem aún espero de vuelta. Comento el gesto chocarrero gracias al cual uno se esconde entre las repisas por semanas o meses, hasta que lo compro de nuevo y luego asoma, cínico, como un ladrillo en esa pared que jamás tuvo huecos. Me refocilo en librerías lo mismo que en tianguis de usados pero, sobre todo, apuesto cada sentido en el volumen que despliega para mí realidades a granel: otra fuerza de gravedad, la fascinación de lo terrible y el gusto por la herida, placeres impensados, el edificio de motivos que no formaba parte de mi vida antes de estas páginas.

Me doy cuenta de que a los lectores nos es habitual relacionarnos a través del encuadernado de un libro. Estoy ahora mismo recetándome Un bel morir, de Álvaro Mutis, de la saga de Maqroll el Gaviero, el personaje más vagamundo que pueda imaginarse. Ha rolado del Amazonas a Tánger, de Vancouver a Kuala Lumpur, de Aruba a las Canarias, pero siempre lleva consigo tres o cuatro títulos.

En esta novela, el colombiano lo presenta instalándose en La Plata, en la casa de huéspedes que administra la ciega doña Empera. Entre ambos se da una amistad, alimentada por las lecturas en voz alta que el marino hace para la vieja. Por otro lado, la cercanía del Gaviero con el Zuro, ayudante en ese viaje toral, empieza cuando el errante comenta lo leído. También don Quijote mira el mundo a través de sus novelas y establece puentes con otros a partir de ellas. Lo mismo Emma Bovary. Y Jo, de Mujercitas; Mateo, en Catedrales, de Claudia Piñeiro; Dorian Grey, Pierre Menard, por citar algunos.

Lo vinculo con otra cosa: desde mediados de 2021, mi Alma Delia Murillo y yo condujimos durante un año, por Zoom, un club de lectura de la primera parte del Quijote. Nos acompañó en la felicidad redonda un bonche de entusiastas y entusiastos. Fue muy lindo que la querencia con Alma Delia, desde el origen cimentada (y cementada) sobre libros, se encontrara con quienes se fascinaban con nosotras ante las aventuras del “leyente” caballero. Con esto de Maqroll pienso que la literatura propone un paisaje sin grietas, un territorio armonioso, terso, propicio para la cercanía. Compartir lo leído es vocación de nosotros, poco sociables: buscamos ecos entre quienes también entienden la lectura por placer como «un medio para vivir de la mejor manera posible», según José Emilio Pacheco. Es una manera de reconocernos en esta sabrosa, fiera intimidad, al mismo tiempo individual y colectiva.