Código rojo para la humanidad

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana pasada se presentó el reporte más importante y preocupante de los últimos 8 años referente al cambio climático y la innegable responsabilidad directa de los humanos en el calentamiento global. Se trata de la publicación de los trabajos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, ante los cuales el secretario general de la ONU ha declarado que se trata de un código rojo para toda la humanidad.

Los hallazgos son desoladores, a la vez que alarmantes. Sin importar si hoy mismo comenzase una agresiva y drástica política para reducir nuestra emisión de contaminantes a nivel mundial, las advertencias y acciones para disminuirlas han sido tan pobremente implementadas por los países, que hoy hay tantos gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera y ha aumentado tanto la temperatura, que los siguientes 30 años serán una tragedia climática irreversible que sufriremos todos. Olas sin precedentes de calor, inundaciones, sequías y otros desastres naturales, como los que actualmente azotan a diversos países como Alemania, Grecia, China o Estados Unidos, comenzarán a ser más y más frecuentes. Y antes de que siquiera podamos comenzar a pensar en mejorar, la situación va a empeorar.

Los responsables de esto somos todos los seres humanos. Aquí también hay una reafirmación contundente por parte de los científicos: “Es una declaración de hechos, no podríamos estar más seguros, de manera inequívoca e indisputable los humanos están calentando el planeta”. Repetir esto podría parecer ocioso para algunos, pero más de un mandatario en el mundo ha querido hacer creer que esto sigue siendo un tema controvertido o en disputa, como si aún hubiese dudas sobre si verdaderamente los humanos somos responsables del cambio climático. Igualmente, muchos gobiernos han metido el acelerador a políticas energéticas contaminantes, como México ha hecho con su industria petrolera y carbonífera, como si la emergencia ambiental pudiera ser puesta en un segundo plano.

Uno de los grandes desafíos es que muchos políticos de mente estrecha y nula visión sólo se preocupan por el futuro inmediato, por lo que cualquier asunto que se cuantifique en término de décadas no les importa. Sin embargo, el llamado de emergencia de la comunidad científica internacional no puede seguir cayendo en oídos sordos, pues cada día que demoremos en tomar acciones implicará un día más al ya de por sí sombrío futuro de tres décadas en que el clima empeorará y nos amenazará a todos por igual, pues las cadenas ecológicas y hasta económicas estarán en riesgo de colapsar. Ya no se trata solamente de cómo heredaremos el planeta a las futuras generaciones, sino de cómo viviremos nosotros mismos los siguientes años. Las consecuencias del cambio climático ya están aquí, sólo basta salir a la calle para sentir las crecientes temperaturas o encender el televisor para ver los desastres naturales, y sólo seguirán incrementando los próximos años. La pregunta es si estamos dispuestos a hacer algo realmente o si vamos a seguir simulando con agradables declaraciones de buenas intenciones. La Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas será en tres meses en Glasgow, Escocia, ¿estaremos a la altura del desafío? El código rojo ha sido activado.