Mauricio Flores

El problema es ICA, no los trabajadores

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Flores 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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No es la primera vez que la exconstructora más importante del país mete en problemas a los gobiernos en turno; desde que empezó su debacle en la gestión familiar de Bernardo Quintana Isaac, la compañía emproblemó constantemente a sus clientes, como sucedió con la Línea 12 del Metro, inaugurada en 2012; la atropellada construcción del Tramo 4 del Tren Maya, cuyas deficiencias le costó la vida a mi amigo Pablo Careaga…, o el conflicto laboral que ayer tuvo su violento desenlace en Dos Bocas, ahora bajo la dirección de Guadalupe Phillips.

La gestión de ICA daña proyectos estratégicos de Andrés Manuel López Obrador; puede impactar la precisa ejecución de la nueva refinería con que la secretaria Rocío Nahle trabaja a todo vapor con el objetivo estratégico de reducir radicalmente el gasto en divisas para importar gasolinas; pone en duda la calidad de obra y gerencia en el proyecto de desarrollo que en el sureste coordina Rogelio Jiménez Pons.

ICA no puede dejar que la crisis de Dos Bocas se le vaya de las manos. O resuelve en los próximos días o abrirá otro entreverado frente de batalla.

Ciertamente que el currículum de ICA es impresionante, su participación en el desarrollo del país es incuestionable, que la relación entre sus éxitos es mínima frente a sus pifias; pero hoy no es la misma empresa que condujeron gigantes como Bernardo Quintana Arrioja o Gilberto Borja Navarrete. Vaya, tras ser adquirida en 2016 por el financiero David Martínez, la compañía realizó un concurso mercantil que cubrió el pago a sus grandes acreedores, pero que abandonó en la quiebra a infinidad de Pymes, como fue el caso de las empresarias Elideth Sierra, Meliana del Carmen Chávez, Livier Ruiz, Alejandra Villa, y Arnulfo Godínez…, quienes instalaron un campamento de protesta frente a las oficinas capitalinas de ICA, pero que fueron violentamente abusadas ante la mirada indiferente de las autoridades.

Como el caso de estas empresarias hay quizá 150 otros proveedores que perdieron todo, a las que se les adeudaría probablemente cerca de 400 millones de dólares conforme al expediente del Concurso Mercantil 20835.

Boda en conflicto. Ya expuse el punto de vista del operador financiero Ernesto O’Farrill; ahora le puedo asegurar que está en medio de un escándalo subido de tono. El otrora afamado hombre de la pajarita, analista de este sector, se encuentra en un dilema: bajar de tono a las difamaciones en contra de sus acreedores y cumplir con una deuda de al menos 70 millones de pesos o verse en la penosa necesidad de entregar a la justicia algunos de los bienes que dejó en garantía a un grupo de socios a los que decidió no cumplir. El problema en que se metió don Ernesto se resume en que la casa que dejó en prenda —ubicada en el Conjunto Residencial Santa Fe— no le pertenece a él sino a su esposa, Lorena Amezcua Arango, perteneciente a la dinastía de empresarios Arango. Vaya escándalo que, seguramente, será tema de conversación en la boda del hijo de esta pareja a celebrarse la noche del próximo sábado en Xochitepec, Morelos. Qué mal timing

El regreso de los charros. Por cierto, el conflicto en Dos Bocas no es nuevo. Hace 8 meses los trabajadores de ICA Fluor protestaron por carencias tan notables como la falta de comedores y agua potable. Pero cuando la firma asignó la representación laboral al sindicato cetemista de Ricardo Hernández Daza, permitiendo viejas prácticas de extorsión a los trabajadores —el charrismo sindical— y la aparición de una disidencia encabezada por políticos morenistas. Algunas versiones atribuyeron el sainete a las pretensiones de poder de Pedro Haces, pero de ello se deslindó el rudo líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México.

Resolver esta crisis implica evitar un “atencazo”.