Mónica Garza

El transporte público en la zona conurbada, un crimen sin castigo

GENTE COMO UNO

Mónica Garza *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Garza 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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“Yo voy al hospital, ¡por favor!, mi mamá está enferma”… Así, suplicante y con la voz entrecortada, fue como una mujer intentó evitar que un asaltante le quitara sus pertenencias en una combi que circulaba sobre la autopista México-Puebla, en Valle de Chalco.

Sus súplicas fueron inútiles. “Cámara, ya se la saben todos”, dijo segundos antes el asaltante que tardó menos de un minuto en cometer el delito que quedó grabado en una cámara instalada al interior del vehículo y cuya imagen esta semana se viralizó.

Hace menos de un mes otro hecho violento en el transporte público acaparó la atención de los medios, cuando un hombre disparó directo a la cabeza de un chofer en el municipio de Tlalnepantla. José Manuel Rivas de 48 años, quien permanece hospitalizado y en estado grave, luego de dos cirugías y un coma inducido.

El presunto agresor Jorge David “N”, identificado y detenido, permanece en el Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Tlalnepantla y ya pesan sobre él dos vinculaciones a proceso por los delitos de robo y homicidio calificado en grado de tentativa.

Pero el mismo mes en que José Rivas fue atacado, otro asaltante mató a un joven periodista en Ecatepec de Morelos. Daniel Hernández Moncada tenía 24 años, regresaba a su casa del trabajo, cuando en medio de la confusión del hurto, recibió el disparo que terminó con su vida, muy cerca de la estación del Metro Ecatepec de la Línea B.

Y éstos son sólo algunos de los hasta 10 robos con violencia que se registran todos los días en alguno de los municipios mexiquenses que colindan con la Ciudad de México.

En lo que va del 2021, el robo a transporte público en el Estado de México se ha incrementado 55% y de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sólo entre enero y septiembre se cometieron 2 mil 836 asaltos con uso de la fuerza, lo que representa el 42.2% de los delitos registrados en todo el país.

Según los registros, Ecatepec es el municipio con más denuncias por este delito con un total de 748 expedientes abiertos, lo que representa 45.5 casos por cada 100 mil habitantes.

Una unidad de transporte público, víctima de la delincuencia de Ecatepec.
Una unidad de transporte público, víctima de la delincuencia de Ecatepec.Foto: Cuartoscuro

La vía José López Portillo, que sirve de conexión entre los municipios de Ecatepec, Coacalco, Tultitlán, Cuautitlán Izcalli y Tlalnepantla, ya es quizá la avenida más delictiva de la entidad, porque justo ahí convergen diferentes rutas de transporte, que desde hace años pagan una cuota para “garantizar” su seguridad.

“Se paga la renta cada semana, ya sabemos de a cómo nos toca y hay un encargado de juntar el cobro… se les deposita en una cuenta y por llamada se avisa que ya quedó”, cuenta uno de los llamados “checadores”.

Quienes no alcanzan a pagar “la renta”, trabajan bajo el riesgo de ser al que le toque subir a “la rata”, claro que sin resistirse, para que el delincuente tome lo que quiera y el escenario no termine en una peor tragedia. Ya están acostumbrados… resignados.

Es toda una red de crimen organizado que le tiene puesto el pie en el cuello a operadores, administrativos, dueños de unidades y sobre todo a los usuarios, que no tienen otro modo de trasladarse a sus empleos y de vuelta a su hogar, y todos los días tienen que correr el riesgo.

Desafortundamente en esta zona del país, los robos en transporte público y a transeúnte en vía pública son los que registran mayores niveles de impunidad, porque 99% de estos delitos no llegan a formalizar una investigación.

Desde lo ocurrido en Tlalnepantla, se anunció el refuerzo de los operativos de revisión aleatoria en las unidades y retenes en “puntos sorpresa”, pero la realidad es que no existe la profesionalización ni los recursos para cubrir la inmensa red de rutas de transporte público en el Estado de México, que lleva al crimen como un pasajero habitual, en prácticamente todas sus unidades.

Dentro del transporte público mexiquense, ser víctima del hampa es parte de la cotidianidad. Allá no queda más remedio que vivir en el peligro, porque la denuncia la mayoría de las veces resulta estéril. La reacción de las autoridades sigue probando ser lenta e ineficaz y por lo tanto la justicia desde ahí, se ve como “algo que sucede en Europa”…