Montserrat Salomón

Hasta nunca, presidente

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
Por:

A una semana de las elecciones en EU, el ambiente sigue caldeado porque, a pesar de la evidencia de su derrota y del coro de voces que lo insta a actuar con gracia, el presidente Donald Trump se niega a aceptar que los estadounidenses favorecieron a su contrincante. Biden ganó claramente, etiquetando a su oponente con lo que más odia: un perdedor.

El balance de su administración es más pobre de lo que parece. Del famoso muro, pocos kilómetros nuevos se construyeron y ni un peso salió del Gobierno mexicano. De la política exterior destaca su crueldad para los refugiados y los más de 500 niños que aún lloran por sus padres. Amigo de líderes autoritarios como Putin y Kim Jong-un, brilló por darle la espalda a sus aliados e iniciar guerras comerciales con China y Europa. Se salió del Acuerdo de París. Nombró tres jueces para la Suprema Corte, su legado más firme, y logró un primer impulso a la economía que fue destrozado —sin que fuera su culpa— por la pandemia del Covid-19.

Fuera de estos hechos, lo que nos dejan estos cuatro años es el trumpismo, en forma de una ideología radical y rabiosa que se aferra a las glorias del pasado. Una idea rancia del privilegio blanco y del dinero viejo. Una estructura que promete bajar impuestos y mejorar la economía, pero que esconde que esos dividendos jamás llegarán a las clases trabajadoras. Una retórica que despertó el fantasma del racismo que ha acompañado a Estados Unidos desde su misma fundación y que esperemos que al reconocerlo, logren dar los pasos necesarios para superarlo.

Me atrevo a decir que estos cuatro años le han sido costosos al presidente. Se retira por la puerta de atrás; endeudado; perseguido por la justicia y con su marca manchada. De no haber sido presidente, no estaría temiendo en estos momentos terminar en la cárcel. Sin embargo, la fuerte identificación que logró con millones de seguidores debería alcanzarle para convertirse no sólo en un líder de opinión sino en el dueño de un canal de noticias con su sello característico; un negocio redondo que lo sacará de apuros y lo mantendrá vigente.

Así es, Trump se va, pero no el trumpismo. Estados Unidos está más dividido que nunca y éste será el reto de Biden y Harris. Este convulso momento promete años por venir de confrontaciones en lo que el país termina de transformarse y aceptar su nuevo rostro. Las últimas tres ocasiones en las que la boleta electoral incluyó a una persona de color, ganaron la elección. Estados Unidos se mueve hacia una sociedad más plural y lucha para encontrar el equilibrio entre sus estructuras democráticas fundacionales y su realidad actual. El primer cambio que deberían plantearse es terminar con el infame Colegio Electoral.

Se va Trump, es tiempo de sanar.