Pedro Sánchez Rodríguez

Reggaeton

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hace unas semanas se viralizó una entrevista a Austin Agustín Santos, mejor conocido como Arcángel. El famoso cantante de reggaeton afirmaba que este género es uno de los más pobres musicalmente que existen en la historia de la música y que vestirse y hablar bien te garantiza vivir del reggaeton. En la gran mayoría de los casos los cantantes de reggaeton no saben de teoría musical, no saben de armonía, ni conocen recursos melódicos, tienen un concepto del ritmo muy básico, es más, muchos ni siquiera pueden cantar sin Auto-Tune (una especie de Photoshop para la voz).

Sin embargo, conforme el género fue adquiriendo popularidad la producción alrededor de las canciones y los álbumes se ha venido profesionalizando, obteniendo sonidos, recursos armónicos y melódicos y ritmos desarrollados por compositores e ingenieros de todo el mundo, que han catapultado a artistas como Bad Bunny, J Balvin, Nicky Jam, Maluma, Daddy Yankee y a muchísimos más a la cima de la música popular. Sumado a ello, se ha convertido en parte de la identidad latina que se ha globalizado y que incluso produce orgullo.

Si bien no se trata de un género refinado, incluso comparado con el pop, el reggaeton tiene la virtud de apelar a los instintos más primitivos y tribales con los cuales nos relacionamos incluso en nuestros días, el ritmo es sencillo, bailable y fácil de seguir y es acompañado de letras que combinan el lenguaje “urbano” con un contenido sexual explícito, lo que hace fácil que la audiencia conecte o ya sea por el ritmo o por las letras. El éxito de este modelo ha sido replicado desde el 2000 a la fecha explorando combinaciones con el pop, la salsa, la cumbia, la bachata, los corridos y otros géneros populares que le han permitido al género romper con la barrera del idioma y ser escuchado en todo el mundo.

Más que una degeneración de la música, el reggaeton es una muestra más de cómo ha evolucionado el mercado. Puede que el reggaeton no sea complejo musicalmente, pero se ha convertido en un género en el que personas sin preparación musical y pocos recursos técnicos pueden alcanzar una audiencia masiva. Esto es porque lo más importante no es la música, sino el flow, lo excéntrico, lo transgresor, el marketing. Ésta es una lógica similar a la de los influencers en TikTok, Instagram o YouTube Shorts, personas que con una cámara pueden generar contenido original con un alcance generalizado sin que el mismo tenga que ser sofisticado o esclarecedor. Se trata de la democratización de la generación de contenido, el cual dejó de ser monopolizado por la “aristocracia” cultural y que resulta en una generación exponencial de canciones y contenido como nunca antes en la historia de la humanidad.