Rafael Rojas

La letra pequeña de la cumbre de Los Ángeles

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Durante dos semanas, los principales medios de la izquierda latinoamericana se llenaron de titulares sobre el “declive de Estados Unidos”, el “liderazgo de AMLO”, la “solidaridad con Cuba” y el “rechazo a la exclusión de Venezuela y Nicaragua”. Pero la documentación que firmaron a nivel hemisférico o regional, los treinta gobiernos representados en la novena Cumbre de las Américas, habla de una realidad muy diferente.

La Declaración sobre Migración fue firmada por una veintena de gobiernos, entre los que se encuentran varios encabezados por la izquierda, como los de México, Argentina, Chile y Perú, además de la mayoría de países caribeños y centroamericanos. Aunque no es vinculante, el documento alude a una “responsabilidad compartida” ante el fenómeno migratorio, que debe incluir la colaboración para el desarrollo, el control de los flujos ilegales y el ordenamiento y regularidad de la migración legal.

La declaración logró que la visión de Estados Unidos fuera públicamente compartida por los gobiernos latinoamericanos, aislando la posición tradicional de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que atribuye el éxodo, no a problemas domésticos estructurales como la pobreza, la desigualdad y la violencia, sino, centralmente, al incentivo de la emigración desde Estados Unidos.

Dado que los gobiernos de esos países parten de la premisa de que sus limitaciones económicas y sociales se deben a las sanciones de Estados Unidos, la causalidad de la emigración se transfiere exclusivamente al vecino del norte. Más o menos esa misma fue la respuesta, en días pasados, del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y su canciller Bruno Rodríguez a una Declaración que, según ellos, no atendía las “causas reales” del fenómeno.

México, el país al que ellos mismos agradecen su “solidaridad” y atribuyen el liderazgo de la izquierda regional, también rubricó el documento que da inicio a la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, una estrategia que profundiza el T-MEC y el “entendimiento bicentenario”, que firmó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, primero, con el de Donald Trump y, luego, con el de Joe Biden.

En los textos de los protocolos bilaterales y trilaterales que firmó México con Estados Unidos y Canadá, en el marco de la cumbre de Los Ángeles, el gobierno de AMLO suscribió algunas prioridades de la política exterior de Estados Unidos como el rechazo a la invasión rusa de Ucrania, la integración de América del Norte para enfrentar el ascenso de China y la defensa de los derechos humanos y la democracia.

De manera que México, y no sólo México, también los otros gobiernos de la izquierda latinoamericana que intervinieron en la cumbre, se opusieron a la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero sostuvieron principios y normas de política interna y externa, que no comparten los tres excluidos de Los Ángeles. La letra pequeña dice lo que los grandes titulares quieren ocultar.