Rafael Rojas

El panóptico de Bukele

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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E n El Salvador ha sido construida una megaprisión donde serán recluidos los miembros de las pandillas capturados por el gobierno de Nayib Bukele. Hace unas semanas, el presidente, acompañado por funcionarios de sus aparatos de seguridad, inauguró la enorme cárcel en Tecoluca, que tiene una extensión de 114 hectáreas y una capacidad de reclusión para 40 000 personas.

El periodismo crítico salvadoreño es reconocido como uno de los más incisivos y valiosos de América Latina y ahí está el proyecto de El Faro para confirmarlo. Pero la mayor parte de la información sobre el presidio provino del video filmado por el propio gobierno, durante su apertura, y difundido en las redes sociales y medios de comunicación del equipo de Bukele.

La cárcel es oficialmente denominada “centro de confinamiento del terrorismo” y ha empezado a operar con el traslado de 20 000 reos. Tanto la inauguración como el internamiento de los primeros reclusos han sido filmados y difundidos por el gobierno. La forma en que los presos son transportados es un componente clave del espectáculo penitenciario que Bukele muestra al mundo.

Maniatados, muy pegados, uno detrás del otro, semidesnudos, mostrando sus tatuajes en las espaldas, los hombros y las cabezas rapadas, los pandilleros son exhibidos como nuevos esclavos. El mensaje de los medios oficiales y redes sociales del gobierno salvadoreño es que hay, en Centroamérica, un Estado decidido a aplicar la ley y el orden contra una población criminal y que, para lograrlo, está dispuesto a ser el país con más cantidad de cárceles y presos en la región.

A juzgar por las reacciones en las propias redes sociales y por la popularidad de Bukele, se trata de un mensaje con una creciente aceptación. Al presentarse como un gobierno de mano dura, que finalmente acabará con la violencia en El Salvador, Bukele recarga la batería de estereotipos sobre las sociedades centroamericanas y caribeñas, como identitariamente delictivas y criminales, que han sostenido el colonialismo y el autoritarismo durante siglos.

Hay referentes inmediatos de esa política en la “guerra contra el terror” y la cárcel de Guantánamo durante el gobierno de George W. Bush en Estados Unidos, en el discurso antimexicano de la derecha trumpista, pero también en experiencias como la “guerra contra el narco” durante el sexenio de Felipe Calderón en México y los más recientes proyectos de militarización bajo las administraciones de Jair Bolsonaro en Brasil y Andrés Manuel López Obrador en México.

Pero lo que no se había visto, hasta ahora, es ese exhibicionismo gubernamental de su propio panóptico, como proyecto insignia de un Estado. El año pasado, Bukele anunció que buscaría la reelección continua, aunque críticos y opositores argumentan que, constitucionalmente, está prohibida en El Salvador. Así que muy pronto veremos ese panóptico de pandilleros incorporado a la campaña de reelección del millennial centroamericano.