El gran experimento de las democracias

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Yascha Mounk se ha convertido en uno de los pensadores más relevantes en el mundo occidental con su trabajo sobre las crisis democráticas, uno de sus puntos centrales es cómo crear sociedades más incluyentes para dar la pelea frente a lo que conocemos como populismo.

Dos han sido sus obras más relevantes, El pueblo contra la democracia y El gran experimento: por qué fallan las democracias diversas y cómo hacer que funcionen. En sus obras nos habla de cómo las democracias liberales han caído en la crisis de la impaciencia y la insensibilidad, y cómo hay un corto circuito entre los resultados provistos por las instituciones y una falta de escucha de las élites. De hecho, ahí es donde pone medularmente la discusión. También convoca a toda una generación a entender que hay que defender la democracia liberal sin romanticismos. Al respecto transcribo interesantes puntos que toca Mounk en una entrevista con Moisés Naim, el pasado mayo de 2022.

“En el mundo han existido democracias relativamente diversas en el pasado, caracterizadas por la dominación, la esclavitud y la exclusión; y también democracias homogéneas que han funcionado relativamente bien, pero lo que no hemos tenido son democracias diversas, es decir países en los que hay diferentes etnias y religiones que hayan logrado tratar con igualdad a todos los ciudadanos”. Esto último es lo que intentan hacer las democracias en todo el mundo hoy, y lo que el autor llama “el gran experimento”.

El autor ha estudiado sociedades diversas en el mundo que tristemente están caracterizadas por la fragmentación o la anarquía estructurada. Sin embargo, es optimista en el sentido de que las democracias del mundo lidian mejor con la diversidad que hace 50 o 25 años y, para él, es posible hacerlo mejor en las siguientes décadas.

En las últimas décadas hay gente que ha logrado éxito electoral, tanto en la izquierda, como en la derecha, dividiendo a la población, argumentando una profunda división por orígenes étnicos o por grupos, a ellos les llama “emprendedores del conflicto”, existentes en todos los ámbitos de la sociedad.

Pero también existen políticos que se toman en serio los retos de construir una sociedad diversa, que argumentan que todos los miembros de la sociedad son legítimos, que pertenecen a un mismo país y que las sociedades deben mantenerse solidarias, subrayando intereses comunes y buscando trabajar por todas las personas como una táctica política, que hoy no está siendo adoptada por suficientes políticos en las democracias contemporáneas.

Sobre el declive de la democracia, Mounk habla de la poca importancia que el público asignaba respecto a la democracia y al peligro de regímenes autoritarios, puesto que dichos regímenes durante mucho tiempo fueron débiles, lo que ha comenzado a cambiar, principalmente entre los jóvenes del mundo, que no solían darle importancia al hecho de vivir en democracia, pero que en los últimos años han observado diversos hechos, como Donald Trump o la invasión de Putin a Ucrania que han servido como una llamada de atención frente a los dictadores.

Estas llamadas de atención pueden terminar por revigorizar la determinación para defender a las instituciones democráticas y luchar por ellas. Sin embargo, hay retos como la “cultura de la cancelación”.

La capacidad de las personas de expresarse libremente en términos legales, criticando al gobierno y defender creencias sin temer ir a prisión por hacerlo, hoy generalmente está garantizada en las democracias, sin embargo, ese tipo de libertad se enfrenta a un riesgo que las personas perciben de perder su empleo o de enfrentar consecuencias sociales muy punitivas. Es decir, personas que prefieren no expresar su opinión sobre temas políticos sensibles porque les preocupan las consecuencias que eso podría implicar, lo que se convierte en un “congelamiento” de la libertad de expresión, una “cultura de la cancelación”.

Esto último empodera a los populistas a decirle a los ciudadanos; que utilizan el discurso de que los gobernantes piensan tan bajo de la población que no los dejan expresarse libremente, argumentando la necesidad de alguien que lucha en nombre del pueblo en contra de esas élites. Y mientras más gente sienta que no puede hablar abiertamente de sus creencias, entonces crece la tentación al voto por personajes que representan un peligro para las democracias.

El autor habla de la generación que vio el fin del comunismo y el comienzo de la hegemonía estadounidense, que vivió el inicio del Internet con la promesa de conectar a personas de todo el mundo para entendernos cada vez mejor, y como cada vez hubo más países tendientes a la democracia liberal, esto ogeneró la tentación de pensar de que el futuro sería pacífico y dominado por naciones democráticas, pero esas ilusiones han sido simplemente destruidas por terrorismo, guerras, crisis financieras y por el auge de potencias autocráticas; por lo que hace un llamado a enfrentar el mundo sin esa ilusión por la que muchos de su generación se dejaron llevar.

Es así que convoca a fortalecer los movimientos políticos que son filosóficamente liberales, ya sean liberales en lo económico o socialdemócratas, pero que tienen en común el reconocimiento de que a pesar de todas las fallas, el derecho a la autodeterminación colectiva y a la libertad individual son valores fundamentales con base en los que debemos organizar nuestra sociedad, reconociendo que estos principios nos han permitido progresar hacia la construcción de democracias diversas, que son mucho más justas e inclusivas que las del pasado y, que si bien no podemos conformarnos, debemos luchar por cumplir más cabalmente con estos principios que guían nuestras sociedades.