La fotografía de un ciego: en memoria de Shani Louk

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El poder de la visión se encuentra en la forma en que se utiliza para entender y comprender al otro.

José Saramago

La semana pasada, la fotografía del cuerpo humillado y ultrajado por Hamas de Shani Louk, en el pogromo del 7 de octubre de 2023, fue galardonada con el premio a la Fotografía del Año (POY) otorgado por el Instituto de Periodismo Donald W. Reynolds, de la Escuela de Periodismo de Missouri.

Escribir esto es tenebroso por siniestro, pues en cada una de las decisiones que permitieron que el fotógrafo recibiera dicho reconocimiento, hay demasiada oscuridad.

La planeación del ataque realizado por Hamas incluía a la violencia sexual como arma de guerra; es decir, todas las personas que estuvieron presentes ese día sabían que las violaciones multitudinarias, la mutilación de los cuerpos de las mujeres, el envío de videos sexuales a sus familiares, entre muchas otras prácticas inhumanas, eran parte de la estrategia. Hasta hoy, no se conocen voces palestinas que intentaran detener el ataque.

Por el contrario, los participantes consintieron en que se llevaran a cabo; ninguno alzó la voz para pedir respeto por las mujeres ultrajadas. Tampoco hemos encontrado testimonios de ayuda o misericordia hacia los habitantes de los kibutz.

Ali Mahmoud, el ganador del premio, miró, presenció, escuchó y fotografió todo esto. No puedo evitar preguntarme: ¿cómo sostuvo la cámara sin que lo traicionaran los nervios? ¿Lo conmovieron los gritos de Shani? ¿Habrá visto su último respiro? ¿Intentó capturarlo en una imagen para vender?

Los defensores del fotógrafo me dirán que se trata de un profesional, que hace un extraordinario trabajo y que la imagen será un rastro más para contar la historia. Sin embargo, difiero rotundamente. Antes que cualquier nacionalidad, religión o profesión, todos somos humanos y la empatía por nuestros semejantes es un instinto; la indiferencia, por el contrario, es algo que se aprende y se ejercita.

Mahmoud ha aprendido a dejar de ver personas para mirar reflejos, imágenes de fotografías. Para él, Shani tiene peso, colores, densidad, pero no puede ver la dignidad que la acompaña viva o muerta. Lo mismo podría decirse de los jurados y las agencias que reproducen la foto: ven píxeles, contrastes, proporciones, pero no se cuestionaron sobre las condiciones en que Mahmoud tomó la fotografía: ¿saben si participó de alguna manera en las atrocidades?

Tanto los terroristas de Hamas como Ali Mahmoud, utilizaron el cuerpo humillado de Shani como trofeo de guerra, como premio de fotografía. Lo que más ofende de esto no es la imagen del cuerpo mancillado de Shani, sino la ceguera moral de los involucrados. ¡Qué miserable debe ser vivir con un extravío tan grande! Como escribió José Saramago: “La pérdida de la vista no te hace ciego, es la pérdida de la humanidad lo que hace al hombre ciego”.