La transferencia del poder económico y la reducción de la libertad en este sexenio

TINTA ITAM

Yael Díaz*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Yael Díaz
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Desde su concepción, la izquierda o progresismo económico ha buscado la liberación de la clase trabajadora del yugo del poder económico, pero ¿Acaso la izquierda lopezobradorista se ha mantenido fiel a este objetivo? ¿Realmente la clase trabajadora mexicana es más libre hoy que hace casi 6 años? Empecemos definiendo qué es el poder económico y que significa estar libre de él.

En el contexto de una situación empleado-empleador y con una definición algo rousseauniana que estoy seguro mucha de la audiencia compartirá, podemos definir el poder económico como el poder ilegitimo, ergo, originado por la fuerza y presión que el dinero posee al ser la única vía por la cual podemos satisfacer nuestras necesidades básicas, que ejerce el empleador por el simple hecho de tener control sobre la principal y, en la mayoría de los casos, única fuente de ingresos del empleado.

Siguiendo la misma línea, ser libre del poder económico significa ser libre de cualquier actor que pueda limitarte o condicionarte el acceso a los recursos mínimos necesarios para poder satisfacer dichas necesidades básicas. Entonces, ¿Qué ha hecho el gobierno de López Obrador, como gobierno de izquierda, para asegurar la libertad de los trabajadores mexicanos?

A priori, parecería que el gobierno ha dado pasos importantes para resolver este problema. Le ha otorgado una beca a los estudiantes para que continúen estudiando, ha entregado pensiones a los adultos mayores para que no tengan que depender de sus familias económicamente y se les da un apoyo a los padres con niños menores de 6 años para apoyar a las primeras infancias. El problema surge cuando vemos la imagen completa y se consideran las instituciones y programas sociales que se cerraron y cancelaron en el mismo periodo.

Mientras que a las personas se les trasfiere dinero mediante los programas sociales con tarjetas del color del partido, 30 millones de personas perdieron el acceso a la salud, millones de padres el acceso a instituciones que les permitan desarrollarse plenamente en el ámbito laboral y miles de atletas, científicos y médicos se quedaron sin los apoyos y equipos necesarios para poder seguir ejerciendo su profesión.

Programas como el seguro popular, las estancias infantiles y escuelas de tiemplo completo, las becas del Conacyt y los apoyos de la CONADE le daban a la población una verdadera independencia del poder económico, no dándoles dinero a las personas, sino disminuyendo la dependencia que tenían del dinero mismo para poder subsistir y desarrollarse como personas. Al cerrarlos y cancelarlos, lo único que este gobierno hizo fue transferir el poder económico, que la izquierda tanto ha querido destruir, a sus manos para el ejercerlo.

Hoy por hoy, el gobierno que se dijo defensor de los pobres es el mismo que usa su miedo para poder ganar elecciones. El partido que le prometió libertad y empoderamiento a los trabajadores ahora condiciona con su nuevo poder económico. La solución que este país necesita son los programas que liberan a la población de su vulnerabilidad ante el desempleo y el poder, no las propuestas populistas que solo la pintan de otro color.