Por Mariana Ruiz
Una señora de la colonia Portales caminaba por el Parque de Los Venados; como “buena madre” cogía —de manera protectora— la mano de su hijo de nueve años. El niño impaciente se resistía a avanzar, miraba embelesado las acrobacias de un grupo muy peculiar de jóvenes. Giros, saltos y maniobras, que entre risas, lograban hacer sobre barandales, aceras y escaleras del parque. La madre al darse cuenta le dijo tajante: “Esos muchachos no son más que vagos. ¡Pobre de ti que te vea algún día en una de esas patinetas!”. Dando por concluida la “lección de vida” continuaron su camino.
Los chicos del parque ni siquiera se percataron del hecho. Entre ellos, estaba un muchacho menudo pero alto y rubio. Vestía unos pantalones de mezclilla amplios que lo hacían ver más delgado, traía también una playera holgada y su rostro no se alcanzaba a ver porque lo cubría una gorra azul brillante. Parecía ser el líder del grupo o al menos el más platicador. El sudor le escurría por la sien, practicaba una y otra vez un salto donde parecía volar mientras su patineta giraba y formaba figuras en el aire.
Mario Saenz, el muchacho menudo, es un patineto reconocido como el mayor exponente de este deporte en el país, además de ser un promotor activo.
“El skate yo lo considero como un deporte y una diversión… desde que lo empecé a practicar me gustó y pues se ha convertido en un estilo de vida”, dijo Mario, con una sonrisa serena.
Este joven tiene nueve años en la practica del skate, deporte relacionado con la cultura callejera, Mario considera que ha sido erróneamente calificado como una actividad de vagos.
“Yo creo que mucha gente nos ve como vándalos y no como deportistas, nos catalogan como gente que no estudia o vaguitos de la calle, pero esto es un deporte como cualquier otro”, mencionó Saenz, quien asegura que en México este deporte crece, mientras que en el mundo hay más de 32 países que lo practican profesionalmente.
El primer acercamiento de Saenz con el mundo del skate fue a través de la televisión, cuando vio un concurso de patinetas, ya que antes practicaba futbol y hockey. Sin embargo, al ver a unos muchachos patinando en la calle y que hacían trucos decidió empezar a practicarlo. Tras casi una década de rodar sobre los elementos urbanos de la calle, se ha profesionalizado y hoy ocupa el lugar 34 del ranking internacional y el número uno nacional.
“Yo quería ser desde chiquito patinador profesional, y yo decía: si en Estados Unidos se puede por qué en mi país no. Ser profesional fue una meta que me puse y me costó muchísimo trabajo llegar y luché hasta lograrlo; ahora debo mantener el buen nivel”, comentó el atleta, quien hace un mes logró coronarse en la competencia nacional, Snicker´s Urbania.
Aunque para el deportista su principal arma es disfrutar esta actividad y divertirse, la patineta exige más que la improvisación de trucos, se ha convertido en una disciplina en la que la complejidad de sus maniobras lo vuelven un arte urbano donde el límite es la imaginación.
Saenz practica esta disciplina alrededor de cuatro horas diarias en cuestiones de técnicas, ya que en las mañanas trabaja la condición física corriendo. También lleva una dieta balanceada, no fuma ni ingiere alcohol, para lograr un mayor desarrollo físico a futuro.
Pero no todo se trata de exigencias deportivas, la patineta ha sido para Mario una válvula de escape.
“Cuando me subo a la patineta me olvido de todos los problemas, del estrés, para mí, la patineta es como mi forma de fugar toda esa energía negativa que llevas y que no la puedes sacar de otra forma… me subo a una patineta y me siento feliz”, concluye el chico de 22 años, que ha hecho de este deporte no sólo una práctica, sino también una forma de ganarse la vida.
fdm