El periodista Ryszard Kapuściński solía decir que “el verdadero periodismo intenta provocar algún tipo de cambio”. Y ésa fue la labor que hicieron los periodistas que cubrieron los primeros minutos, días y meses posteriores al terremoto del 19 de septiembre de 1985.
Salieron a la calle y fueron a las zonas de desastre para hacer un trabajo esencial en el periodismo: escuchar, observar, contrastar información y hallar historias que permitieran dimensionar la tragedia que se vivía a falta de cifras oficiales sobre desaparecidos, sobrevivientes y muertos.
Informaron sobre las necesidades principales de las personas que buscaban a algún familiar y reflejaron el sentir de quienes sobrevivieron ante el colapso de un edificio en la ciudad. Además, dieron cuenta del estado de los inmuebles, tanto los que cayeron como los que sufrieron daños graves.

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Una de las crónicas recordadas es la de Javier Ibarrola, quien narró cómo el tenor español Plácido Domingo fue a buscar a sus familiares entre los escombros del edificio Nuevo León, en la Unidad Nonoalco-Tlatelolco.
“La noche había caído una vez más sobre Tlatelolco. El aire ya era irrespirable y las brigadas de rescate seguían removiendo escombros del edificio Nuevo León con la esperanza de encontrar vida. Cerca, el gran tenor Plácido Domingo esperaba, y ayudaba en todo lo que podía. Las luces de la televisión lo bañaron y a la pregunta que el comentarista hizo desde su estudio siguió un dramático intermedio: ‘¡No me importa la voz!’, balbuceó Plácido Domingo... y rompió en llanto”, narró en Impacto el experimentado Javier Ibarrola.
El periodista también describió el aspecto del tenor, quien tras días de estar buscando a sus familiares tenía la “barba crecida, el pelo cenizo de polvo y la angustia en el rostro”.

Lo que vivió Plácido Domingo, a través de la narración del periodista, permitió no sólo conocer sobre la trágica búsqueda, sino saber que era un testimonio que compartían familias que también guardaban la esperanza de encontrar a su ser querido, a pesar de que los técnicos decían que era imposible.
La crónica y la entrevista fueron los géneros periodísticos por excelencia para dar cuenta de lo que ocurría en la ciudad y para legar un relato testimonial del sismo del 85. Después del terremoto hubo incluso un resurgimiento de la tradición de la crónica en el país.
La crónica que narró el periodista Jacobo Zabludovsky hoy es una de las más citadas y recordadas, también ejemplo de periodismo de calle. Desde su automóvil, en el que se transportó hasta donde pudo, contó a detalle lo que veía en las calles, las viviendas, los edificios, los hoteles y las vialidades. Además, a su paso entrevistó a víctimas y testigos del terremoto.

En el camino se encontró a un señor llamado Víctor Manuel Fernández y le preguntó: “¿Por qué está usted tan agobiado?”, y el hombre le respondió: “Aquí estaba mi negocio, era el restorán Super Leche, ya estaba abierto. En el segundo piso vivía mi madre y mi hermana”.
También Jacobo Zabludovsky narró cómo se trasladan tanques de gas. “Es un temblor que ha dejado una huella de dolor, sangre, daños de los que tardaremos en reponernos en mucho tiempo”, contó en la famosa crónica radiofónica.
También fue al Hotel Regis, el cual describió: “Se derrumbó; queda sólo la parte antigua, la parte central que tiene cuatro columnas corintias. Está totalmente destruida la parte donde estaba el cabaret y la cafetería... Se está quemando lo que queda del Hotel Regis en su interior; vemos enormes columnas de humo”.
En los periódicos de mediodía que antes solían publicarse en el país, destacaron los titulares: “Catastrófico”, en El Sol de México; “Fue espantoso”, en Novedades, o “Violento despertar en el Distrito Federal”, en Últimas noticias, segunda edición.
Al día siguiente, los titulares destacaron la solidaridad y la dimensión de los daños: “En la tragedia se impuso el heroismo popular y solidaridad con las víctimas”, se leía en El Día. Mientras que El Universal daba cuenta de más de tres mil muertos y 200 edificios dañados. Novedades tenía en su portada: “Miles de Víctimas en el DF”, el unomásuno, “Gran solidaridad: pronta reanudación de servicios”; El Nacional, “Priva la Serenidad Ante el Desastre” y El País, “Más de 3.000 cadáveres rescatados entre las ruinas de Ciudad de México”.
En los meses posteriores, los periodistas se enfocaron en dar cuenta de la situación de los damnificados y de las luchas que habían emprendido.

