La cerveza no es solo la bebida favorita de Homero Simpson. Lo es de miles de personas en México y el mundo, especialmente en nuestro país, donde cuenta con una amplia producción. Por ello, celebramos hoy el Día Internacional de la Cerveza.
Para muchas personas, esta bebida a base de malta, con su sabor fuerte y tostado, es el complemento perfecto para muchos momentos especiales: desde una tarde de partido hasta una reunión con amigos.

Sin embargo, la cerveza es una bebida alcohólica, por lo que siempre vale la pena considerar su moderación. Además, hay un sinfín de mitos que rodean a esta bebida: ¿engorda? ¿Puede ser saludable? ¿Es mejor que otras bebidas alcohólicas? A continuación, resolvemos esas dudas.

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Mitos y realidades de la cerveza: ¿La cerveza engorda?
La cerveza es rica y una perfecta compañera para el calor, una tarde de fútbol o una charla con amigos. Pero es precisamente su popularidad lo que la hace estar rodeada de mitos, la mayoría relacionados con qué tan saludable es.

Para empezar: ¿la cerveza engorda? Esta pregunta, tan común entre los fanáticos de esta bebida, no cuenta con una sola respuesta. En realidad, esta es subjetiva y depende de muchos factores, entre ellos, por supuesto, qué tan seguido se consume.
Una botella estándar de cerveza regular (con aproximadamente 4.0 por ciento de alcohol) aporta entre 150 y 160 calorías, lo mismo que un refresco azucarado.

Las calorías provienen del alcohol y de carbohidratos simples (recordemos que la cerveza es un producto derivado de la cebada, altamente calórica). Así, las cervezas más fuertes (IPA, negras) pueden llegar a aportar 200 o 300 kcal por medio litro, mientras que las light o 0.0% aportan entre 30 y 90 kcal.
Por lo anterior, tomar mucha cerveza en una sola sesión implicaría un fuerte consumo calórico, el cual sería contraproducente contra una dieta estándar de 2,500 calorías.

Pero ¿no se supone que las calorías son buenas porque aportan energía? Sí, pero todas las bebidas alcohólicas aportan lo que expertos llaman “calorías vacías”, es decir, aquellas que no vienen acompañadas de nutrientes útiles, por lo que no sacian ni nutren, solo “engordan”.
Además, al beber cerveza, el metabolismo prioriza quemar alcohol sobre grasa o carbohidratos, por lo que el cuerpo detiene la quema de grasa mientras lo procesa, favoreciendo el almacenamiento.

¡Pero hay más! Por si fuera poco, el consumo de alcohol se ha relacionado con un aumento en el apetito, especialmente por comida grasosa o rica en carbohidratos. Lo anterior se acompaña a los escenarios comunes donde se consume la cerveza: fiestas, restaurantes de comida ultra procesada, entre otros.
¡Ew, ya no quiero cerveza! ¡Voy a engordar!
Aunque, llegados a este punto, parece que la cerveza es el peor alimento para tu dieta y te hará engordar con solo mirarla, la realidad es que la clave está en una palabra mágica: moderación.

Si bebes mucha cerveza con regularidad es probable que, con el tiempo, comiences a ganar peso en forma de grasa. Sin embargo, si consumes poca, solo unos cuantos días a la semana y, además, lo acompañas con una dieta saludable y ejercicio físico regular, ¡no tienes nada de qué preocuparte!
Lo importante es adoptar hábitos saludables y una relación sana con nuestros “gustitos”. Además, recuerda que, en la cerveza como en todo el alcohol, el consumo responsable es clave para evitar problemas de salud.
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