Hacen su playa de asfalto en Monumento a la Revolución

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Foto: larazondemexico

A las 11:00 horas el sol ya quemaba. Los bañistas apartaron un lugar cerca del agua, tendieron sus toallas, se untaron bronceador, inflaron las pelotas y flotadores, alistaron las gafas de sol y esperaron. Minutos después las fuentes danzantes de la Plaza de la República se activaron.

Ayer la zona fue el refugio para aproximadamente 500 bañistas improvisados quienes no pudieron salir de la Ciudad de México en la Semana Mayor y decidieron refrescarse en Jueves Santo.

Familias capitalinas y visitantes de otros estados llegaron antes del mediodía con cargamentos de comida, toallas, patines, patinetas, bicicletas, pelotas y hasta flotadores para disfrutar la playa de asfalto ubicada en el centro de la ciudad.

En espera de que el agua empezara a brotar de las más de 100 bombillas, los niños alistaron sus atuendos, que iban desde un short de mezclilla o telas coloridas hasta trajes de baño de dos piezas, lentes de sol y sombreros.

El agua surgió del concreto y los menores de edad fueron los primeros en disfrutar del remojón. A las orillas, los más grandes servían los sándwiches y el pollo frito y terminaban de preparar los tacos de canasta, las quesadillas, la frituras o hacía uno la coperacha para el pollo asado.

La falta de recursos y de tiempo para ir a un balneario o a la playa fue de los factores que llevaron a estos vacacionistas a acudir a este balneario improvisado en la capital.

Tal fue el caso de doña Rosa Elia González Mejía, quien junto a los 20 integrantes de su familia, en su mayoría niños, decidió acudir a las fuentes danzantes.

“Tenemos visitas de San Luis Potosí  y no las queríamos tener encerradas en la casa; planeamos venir hoy aquí, pasarla con ellas. No había para más, y aquí los niños se divierten, la familia la pasa bien”, relató a La Razón.

Pasado el mediodía, hubo quienes quedaron vencidos por el agua y decidieron recostarse en la plancha de concreto, sentarse cerca de las fuentes cobijados por las toallas para evitar el frío y dar paso a los bañistas recién llegados y a los adultos que tardaron en decidirse.

En tanto, otros improvisaron una cascarita, intercambiaron pases con balones de futbol americano, desempolvaron los patines y emprendieron la marcha sin salir de la plancha.

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