El mundo íntimo de la poeta y escritora Rosario Castellanos se puede conocer a través de su máquina de escribir, sus lentes, su pluma, una foto de su infancia en la que aparece con un vestido y un sombrero hecho de cartón, una cédula que la acredita como maestra de Filosofía por la UNAM, una lista de supermercado para comprar desde chayotes y nopales para cocinar, hasta cuadernos y lápices para escribir o una imagen en la que abraza a su hermano menor, Mario Benjamín, quien murió cuando ella era una niña. Objetos que por primera vez ven su luz en la exposición Un cielo sin fronteras. Rosario Castellanos: archivo inédito, luego de estar durante décadas custodiados por su hijo Gabriel Guerra.
“El archivo es íntimo, estuvo en posesión de su hijo Gabriel Guerra hasta hace nada, no se había expuesto nunca, durante muchos años estuvo guardado. Son cientos de artículos que estaban en unas cajas, conservados como parte de recuerdos familiares, pero tienen un valor histórico y literario impresionante.

- El Dato: Se incluye una credencial que revela que la escritora llegó a la Ciudad de México en 1939, y no en 1941, como se decía en sus biografías
“Cuando uno entra a la sala de exposiciones, está el universo de Rosario Castellanos”, adelantó a La Razón Julieta García González, subdirectora de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM.

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El año pasado se supo del valioso acervo, cuando Julia Santibáñez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM y coordinadora general de la muestra, le preguntó a Gabriel Guerra si contaba con algunos textos inéditos de Rosario Castellanos para conmemorar este 2025 el centenario de su nacimiento. Fue cuando el hijo de la poeta le comentó de los cientos de objetos familiares.
“A principios de este año, varias de las instancias de la UNAM fueron a revisar el archivo y se encontraron con este tesoro, que ahora forma parte de la exposición”, contó García González sobre la muestra que se inaugura mañana en el Colegio de San Ildefonso y que forma parte de las actividades de la Fiesta del Libro y la Rosa.

De los cientos de artículos personales se eligieron 124, entre cartas, notas, fotos y objetos, que permiten ver en su totalidad a Rosario Castellanos, no sólo como escritora, sino como docente, funcionaria, madre y esposa. Dan cuenta de lo que vivió y la convirtió en una mujer adelantada a su tiempo, pero también una persona preocupada por el indigenismo.
“Hay una serie de fotografías y de otros elementos que me parecen muy relevantes, porque hablan de la vida de una escritora que dialoga con las nuevas generaciones, que no ha perdido para nada relevancia. Estaba muy en sintonía con un tiempo que ahora me parece muy vigente y vital. Hablaba, por ejemplo, del papel de la mujer, de la cuestión indígena. En San Ildefonso se puede ver por qué el feminismo jugó un papel tan importante en su literatura y por qué la presencia indígena fue fundamental en su obra”, contó.
Hay una foto de su padre con un grupo de indígenas que muestra las desigualdades sociales de la época, otra de la juventud de Rosario Castellanos en el periodo en el que hizo un viaje en barco por América del Sur y Europa, en una aparece junto a la poeta Dolores Castro; una más del cumpleaños de su hijo o de la nana que la apoyó cuando la autora se hacía cargo de su hijo y los que su esposo, el filósofo Ricardo Guerra, había tenido con la pintora Lilia Carrillo.

Los artículos muestran esta vida doméstica de Rosario Castellanos, pero también su labor literaria. Por ejemplo, a través de su máquina se puede conocer por qué la eligió, pues necesitaba hacer el menor ruido posible a la hora de escribir para no despertar a su familia. “Contextualizamos la vida íntima de esta mujer, que fue una escritora, madre y esposa, además de funcionaria pública. Comprar una máquina Super Silent tenía que ver con que vivía en su casa, con su hijo, y con los de Ricardo Guerra, era para no despertar a los niños. Eso me pareció, por un lado, entrañable, y por otro, también habla de una mujer que está en el día a día, no estaba aislada del mundo, a pesar de eso era capaz de escribir como lo hizo”, destacó García González.
La muestra se complementa con las primeras ediciones de libros conservadas en la UNAM, textos tomados de algunos de sus libros más reconocidos, como Balún Canán (1957). Hay un espacio en el que los asistentes pueden leer obras de Rosario Castellanos y escuchar sus textos de viva voz, a través de grabaciones.

“Ella escribió cosas que las mujeres en general vivimos. En su poesía, por ejemplo, habla de la maternidad sin cursilería, desde el corazón”, resaltó la subdirectora.

