Cuando el artista Mathias Goeritz concibió el Museo Experimental El Eco quiso “crear nuevamente, dentro de la arquitectura moderna, emociones psíquicas al hombre, sin caer en un decorativismo vacío y teatral”, refirió en su Manifiesto de Arquitectura Emocional. Bajo esa premisa, desde los últimos 10 años, arquitectos han sido convocados para crear proyectos no sólo que creen diálogos con la emblemática construcción, sino toda una experiencia emocional.
En el Concurso Pabellón Eco, este año se seleccionó el proyecto El Eco de un pasillo, del despacho Mendiola Arregui, que genera una nueva experiencia a los visitantes del museo desde el pasado fin de semana.
“La propuesta de los arquitectos partió de tomar la planta arquitectónica del edificio histórico de Mathias Goeritz de 1953, extraer el pasillo, que se vuelve más angosto conforme va creciendo el museo. Lo replicaron en el patio. Lo que construyen es como un pequeño laberinto del espacio, que usando los mismos elementos preexistentes en el museo, genera una nueva experiencia espacial”, explicó en entrevista con La Razón Pablo Landa, director del Museo Experimental El Eco.

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El Eco de un pasillo, de acuerdo con Mendiola Arregui, busca lo que en el Manifiesto de Arquitectura Emocional planteaba Mathias Goeritz, que la arquitectura generara emociones verdaderas, y así volver a ser considerada una obra de arte.
“La arquitectura ordinaria puede transformarse en una obra que despierte sentimientos y emociones en aquellos que la experimentan. Aquí es donde lo íntimo y privado puede convertirse en público y colectivo”, ha explicado el despacho originario de Guadalajara, Jalisco.
En esta edición, se recibieron 180 portafolios, de los cuales se eligieron cinco finalistas —Ana Nuño de Buen, Estudio ALA, Estudio Estudio, Mendiola Arregui y Vagantes—, que fueron convocados para hacer una intervención en el patio. Para este proyecto, tomaron en cuenta el tema Invariantes habitables que propuso el curador Luis Aldrete, quien con este tópico invitó a concebir la arquitectura como aquellos espacios donde lo ordinario va transformando las construcciones en espacios familiares, a partir de las experiencias de las personas.
“El curador hablaba de las características de la arquitectura que son comunes en todos los tiempos y espacios, que son como contenedores de lo ordinario de la vida cotidiana, pero que a partir de la percepción, el recorrido, acercarse a ellos y contemplarlos, van adquiriendo un sentido familiar para quien los frecuenta”, detalló Pablo Landa.
Para el director, este concurso a partir del inmueble concebido por Goeritz ha permitido impulsar a los arquitectos contemporáneos.
“Ha sido una manera de detectar y potenciar a talentos jóvenes en la arquitectura mexicana. Es un espacio de experimentación arquitectónica que no existía en otros países, cuando empezó a hacerlo El Eco, fue un proyecto pionero y que ha marcado cómo pensamos la arquitectura”, dijo.
El Eco de un pasillo se complementa con la exposición Elevaciones y desplantes, diseño espacial de Mathias Goeritz, curada por David Miranda, que explora los procesos creativos del artista alemán, principalmente en la arquitectura y escultura. Se reúnen 12 documentos, entre fotos, dibujos y serigrafías.
“Goeritz trabajaba siempre en el dibujo y después obstruía estos dibujos para generar espacialidades. Esto se muestra de forma muy clara con estos dibujos que hay de las Torres de Satélite, en los que a partir de los triángulos que componen una planta los obstruye para llevarlos a una tercera dimensión“, complementó el director.
El Eco de un pasillo y la exposición Elevaciones y desplantes, diseño podrán visitarse por el público en el Museo Experimental el Eco hasta el próximo 17 de agosto.
