Hace dos años, el gremio de la danza sufrió la pérdida del bailarín Maximiliano Corrales, quien fue hallado sin vida en el río Tamazula, en Culiacán, Sinaloa. Ese hecho fue uno de los puntos de partida de la obra Se nos quedaron ellos, en la que Francisco Córdova (1986) presenta un mosaico dancístico sobre las ausencias en las que están el dolor, la esperanza y las personas que no pudimos salvar.
“Esta pieza es un mosaico de experiencias sobre la ausencia, el dolor de esas personas, esos cuerpos que se nos han ido. Hace dos años, lamentablemente, dentro del gremio dancístico tuvimos una pérdida, la de Maximiliano Corrales, un bailarín también de mi compañía (Physical Momentum). Ese asesinato se convirtió en un lugar de protesta, compartió en entrevista con La Razón el coreógrafo Francisco Córdova.
Se nos quedaron ellos se estrenará el próximo 15 de julio en el Palacio de Bellas Artes con 20 bailarines del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac). Es la primera pieza comisionada a Francisco Córdova para esta agrupación.

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Para el coreógrafo, el título de la propuesta dancística es también una manera de evocar a aquellos que en medio de un contexto complejo no pudimos salvar.
“Se nos quedaron ellos es que no pudimos salvarnos todos, que desde esta proximidad carnal, emocional que podemos tener con otras personas, otros cuerpos, a veces nos pudimos llevar a unos para salvarnos en nuestra sociedad. A veces sólo nos salvamos nosotros mismos. Entonces, se nos quedaron esos cuerpos, esas mentes, esas vidas, esos pensamientos y nos llevamos un poco de ellos, pero sin rescatarlos”, explicó.
Francisco Córdova no tenía la intención de exponer la violencia en escena, sino reconciliarse con la muerte y cómo la concebimos. Quería explorar el dolor, pero también la esperanza y lo que se encuentra en la ausencia.
“No es señalar ni puntualizar la flagelación ni la muerte como idea primaria, sino la idea esperanzadora de reconstruirnos o de volver a entender por qué necesito seguir ese camino para irme de ese lugar.
“En la obra termina de revestirse el concepto a través de un dispositivo escenográfico en el que hay una ventana, esta idea de cuando entra el rayo del sol. Es esa parte sensible, sobre todo visual, lo que termina de conectar con todo lo vertiginoso, colérico y fuerte que está exponiéndose ahí”, detalló ayer luego de un ensayo de la coreografía en la sede del Ceprodac.
En el ensayo de la obra se observó a intérpretes ejecutando movimientos frenéticos y virtuosos, pero también entregando momentos de calma o en los que traen a escena símbolos relacionados con el secuestro, la violencia o la lucha: la boca tapada con una mano de algunos o varios puños levantados.
“He trabajado también durante mucho tiempo la idea de la fisicalidad. Pudimos llegar a una práctica, no solamente a nivel acrobático, sino de una conexión: lo virtuoso que puede ser el cuerpo, pero que no se quede en el truco, sino abordar estas pérdidas, las ausencias. Sí hay un entrenamiento arduo en el cuerpo, pero también hay un entrenamiento arduo emocional”, compartió.
En Se nos quedaron ellos, pieza que inicia la temporada Diversas Danzas, Diversos Cuerpos. Palacio de Bellas Artes, el 15 de julio a las 20:00 horas, la iluminación juega un papel importante, pues crea la atmósfera emocional que atraviesan los bailarines.

