SUEÑO DE INVIERNO

SUEÑO DE INVIERNO
SUEÑO DE INVIERNO
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Disfrutaba de la madrugada, mientras más tarde, mejor, en ese límite en el que para algunos, el día estaba por comenzar pero que, en su mayoría, era demasiado tarde o temprano según el vaso del psiquiatra. Era el silencio, roto por el crujido de la casa que se ajustaba a la temperatura o por un despistado gallo que no le cantaba al sol sino a la luminaria parpadeante de la esquina.

Como fuera, tener tiempo para escuchar a sus demonios internos entonar loas a sus amores arrepentidos era algo que quizá era malsano pero entretenido, el juego de los quizás y los tal vez, esos que rascaban heridas hasta hacerlas sangrar de nueva cuenta.

Las veces que doliste y las que te dolieron, las veces que usaste y te usaron, tus extraños arrojos de extrañeza que eran mucho más comunes de lo que creías pero que nunca te lo echaron en cara con mucho más tacto del que tu tuviste. Los besos que te robaron y enaltecieron a tu superyó y los que intentaste robar antes de ser parado por la amenaza de un bofetón; o quizá esa vez que tuviste cruda moral pues no recordaste lo que hiciste bajo el influjo etílico hasta que te marcaron para reclamarte; o las llamadas en este mismo horario pero en otra vida que hacías o te hacían y dependiendo del nivel de intoxicación contestabas y arrastrabas las palabras en evasión de perdones o blanco de dardos culposos.

Siempre, invariablemente llegaba a ella, a su ¿enseñanza? Ya no había dolorosos recuerdos de corajes y traiciones entremezclados con deseo y amor. Repasaba sus quizá, sus tal vez, desmenuzaba y diseccionaba con un frialdad enfermiza lo que antes enfermaba por ardiente… ¿desamor? No buscaba culpables, solo rascaba hasta clavarse los dedos de nueva cuenta y sangrar por el placer de verla correr. Ella fue su némesis, su veneno, su terror y no obstante fue también la ilusión de un enorme y luminoso TAL VEZ.

Hoy no era el día, no la entendería nunca, bueno, no entendería el error, en unos días de ella, otros suyo, no era claro nunca y eso era lo único cristalino.

Imaginó una última vuelta a la falla y lo archivó en su cajón de dulces envenados. Quizá lo entendería… quizá no.

Morfeo llegaba ya, tarde, siempre igual, él insomnio, la musa, los demonios y el disfrute del silencio del expectante desvelo. En un rato sería malo, estaría de mal humor por la falta de sueño y dejaría de ser el analítico insomne para seguir la cómoda rutina de siempre, esa en la que era fácil ocultarse y desaparecer.

Dormían todos y él seguía dando vueltas, hoy no sacó su cruz, esta sería una madrugada de sueño, del imaginar el loft mientras cambiaba la piedra por ladrillo y usaba cemento pulido en lugar de madera negra. Veía cada detalle y mientras cambiaba a cocina industrial con madera mate y tubo galvanizado, ella apareció en una vaporosa bata.

-Bonito lugar, de haber sido, lo que hubiera sido ¿Aquí sería?- Curiosamente recordaba el tono de su voz.

Estaba atónito y hasta cierto punto indignado, que ella apareciera en sus ensoñaciones sin haber sido invitada no era correcto en ningún sentido, se pellizcó pero sí, estaba despierto y aún así, cerraba los ojos y veía el loft y la veía a ella.

-Perdona que cambiara tu piso, pero el cemento pulido no me gusta, es muy feo.-

Un ¿Cómo? Aparecía sin ser llamado y ella contestaba, no solo entraba sin ser llamada y tomaba posesión de mis sueños de arquitecto frustrado sino que además leía mi mente.

-Pues si estoy en ella ¿Qué esperabas? ¿Qué subvocalizaras y yo contestara un 10-4 pareja?- Si la burla no fuera tan obvia quizá hubiera pensado en un grado de locura o estrés pandémico o que sé yo.

-Pues eso. No sabes. Deja de interrumpir y duerme, te daré sueños vívidos.- De la manera en que lo dijo, un hielo se deslizó por mi espina dorsal y antes de estremecerme, caí dormido.

Una de mis más extrañas condiciones es que nunca en mi existencia, recuerdo mis sueños. Sé que lo hago pero, nunca los recuerdo y en esta ocasión no fue la excepción pero supe que ella había estado presente. Y me daba miedo, de la manera en que fuera lo hacía, si era locura, miedo, si no, doblemente miedo.

Por primera vez use una pastilla para dormir y antes de las 9 no supe nada. Al día siguiente igual, otra y otra más, mi madrugada estaba colapsada, la rutina diaria era ahora el único signo de lucidez.

-Deja de evadirme. Nos estamos divirtiendo de lo lindo en tus sueños pero, al despertar no te acuerdas y tengo que volver a recordártelo y sabes que no me gusta repetirme.-

Me quedé callado, en la casa seguían despiertos y yo estaba escuchándola, como si estuviera presente.

-Pero lo estoy, lo estoy. Y sabes qué, es enteramente tu culpa, digamos que me cansé de ser tu objeto de análisis, cuando en el pasado solo me bastaba tronar los dedos y reaccionabas pavlovianamente. ¿Te gustaría?- Nuevamente me estremecí, hice como que nada pasaba pero el sudor de mi frente era indicativo de mi locura.

-Jajajaja, loco estabas por mí pero, aún así seguías analizando el pasado, era lógico que saldría a tomar el control, hay veces que no me gusta lo que haces conmigo y todos sabemos que la culpa es tuya.-

Seguí en silencio pero, me encaminé al jardín, prendería un cigarro y vería las estrellas.

Si era cierto lo que decía, llevaba viviendo en mis sueños desde hacía meses, quizá era por eso… quizá… tal vez… tal vez… caray ahora entendía.

-¿Qué entiendes?-

-A ti.-

-Vaya, pensé que ya eras eunuco. Estaba aburrida con tu yo de un día a la vez.-

-¿Me contarás cómo?-

-Todos interactuamos con nuestros diferentes yo transdimensionales, temporales y cuánticos. En términos simples, todas tus decisiones, buenas o malas, un tú, las realizó y al abrir tus quizás y tus tal vez, abres unas cuantas puertas.-

-¿Y se cierran?-

- A veces.-

No les contaré del tiempo pasado, solo sé que hay un enorme quizá o un tal vez que desencadenó mis pesadillas lúcidas y hoy en la madrugada pretendo averiguarlo.

La madrugada casi termina y ella está sentada en un banco imaginario, con una vaporosa bata, insinuando placer y dolor a manos llenas. Algo tendrá que pasar… tendría.

-Y pasará.-

Y pasó…

-Amaneció así. De un tiempo para acá estaba raro pero no parecía ser de ese tipo.-

-¿Lo conocía?- preguntó el oficial.

-Solo cuando hicimos el trato.-

-¿Alguien vivía con él?-

-Su familia pero, ellos vivían en otro mundo.-

-¿Estaba loco?-

-No parecía.-

-Está bien lo archivaremos como suicidio.-

Y en esa última frase… todo quedó claro… quizá ¿no crees?… tal vez si…

Ella asomó la cabeza desde la cocina y dijo jovialmente –mira el lado positivo, no hay envejecimiento.- Y así, sin más, con ese cierre… me mató… literalmente…

Quizá…