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Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los beisbolistas más completos de la historia, Joe DiMaggio, quien trascendió las canchas y se convirtió en un símbolo de la cultura estadounidense.
DiMaggio logró una ‘Triple Corona’ en su vida y no precisamente de bateo: ser un ícono de los Yanquis; casarse con la mujer deseada por todos, la actriz Marilyn Monroe y ser el impulso y motivación de Santiago, protagonista de El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.
Nació el 25 de noviembre de 1914 en Martínez, California. Fue el octavo de nueve nueve hijos de Giuseppe y Rosalie DiMaggio, una pareja siciliana que llegó a Estados Unidos a finales del siglo XIX. Su padre era pescador —otro aspecto que se resalta en la obra de Hemingway y con el que Santiago se siente identificado— y en ese ambiente empezó a pegar sus primeros batazos, con piedras y pedazos de remos.
En el beisbol amateur jugó con los Seals de San Francisco en la Liga de la Costa del Pacífico y cuando tenía 18 años hilvanó 61 partidos con al menos un imparable. Preludio de lo que sería su magnífica carrera.
Los Yanquis lo contrataron en 1936. Poseía las cinco virtudes de un beisbolista —lanzar, fildear, correr, batear y batear fuerte— y además era elegante. Casi no cometía errores —105 en toda su carrera—, era un jugador perfecto —otra virtud de DiMaggio resaltada en El viejo y el mar—.
De 1936 a 1951 consiguió diez campeonatos de la Liga Americana, guió a los Yanquis a la conquista de nueve Series Mundiales, fue elegido tres veces MVP de la Americana, y consiguió el histórico récord de 56 partidos pegando de hit —el cual sigue vigente—. En 1955 fue inducido al Salón de la Fama; en 1969 fue elegido como el mejor beisbolista vivo de todos los tiempos, y en 1976 los periodistas de Grandes Ligas escogieron su racha de hits seguidos en el 41 como “el momento más memorable en la historia de la Liga Americana”.
DiMaggio murió el 8 de marzo de 1999, víctima de cáncer pulmonar a los 84 años. Ese día, el presidente en turno de Estados Unidos, Bill Clinton, declaró: “Es uno de los más amados héroes de este siglo. Dio a cada estadounidense algo grande en que creer. Era el símbolo de la gracia, el poderío y la habilidad de Estados Unidos”.
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