La estética de Alexander Apóstol

Llega a la Universidad Iberoamericana la exposición Ser latino es estar lejos del artista venezolano Alexander Apóstol (1969). Aquí se muestra el desplazamiento de los migrantes que producen cartografías y arqueologías de rutas de viaje por el cuerpo y otras topografías. La instalación se inaugurará el 24 de abril en la Galería Andrea Pozzo. Torres Pantin entrevista al artista para acercarnos a su obra multidisciplinaria de tendencia queer e ideología homoerótica.

Imagen de la exposición
Imagen de la exposición Foto: Cortesía de Alexander Apóstol

La historia moderna está narrada a través del monumento, y eso permea mi manera de ver y componer

—A.A.

Era el año 2014 cuando Alexander Apóstol se encontraba en Venezuela desarrollando el videoarte Contrato colectivo cromosaturado, que interpretaba el proyecto democrático de Venezuela en el siglo XX a través de su arte oficial, el cinetismo. Había venido de Madrid, su lugar de residencia, hasta su país natal.

Gracias a que obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller había contratado un equipo de producción. En su primera misión, estaban en la aduana de La Guaira, donde se ubicaban los silos de Carlos Cruz—Diez. El plan era hacer volar un dron cerca de la obra, para de esa forma captar también el Ávila —montaña sagrada tanto para caraqueños como para guaireños—; pero no sabían que el viento sería poderoso aquel día, por lo que el aparato terminaría chocando con el edificio, custodiado por militares. Los oficiales aparecieron y los llevaron al comando. Alexander pasó la tarde entera dando explicaciones a los cadetes que no entendían mucho ni su objetivo ni la situación.

Fue un viaje accidentado, que chocó con el deterioro de la calidad de vida del artista venezolano y con la crítica del sistema totalitario. Senda coincidencia: son temas que él ha abordado en su obra durante años, en sus exploraciones sobre lo venezolano a partir de la fotografía, el video, la instalación y otros medios visuales.

Una instalación sobre un fenómeno complejo

El 24 de abril se inaugurará en la galería de arte de la Universidad Iberoamericana Ser latino es estar lejos de Alexander Apóstol, una instalación de ensamblajes de madera acompañada de otros lenguajes creativos, todo gracias a la curaduría de José Luis Barrios. De hecho, el proyecto apareció por primera vez cuando se alzó con el premio de la Bienal de Cuenca 2024 (Ecuador), de la mano del curador Ferrán Barenblit. El autor utilizó una doble referencia a la obra de Julio Cortázar; para el título, tomó la frase Ser argentino es vivir en la distancia del poema “La patria”; y para la estructura se basó en Rayuela, novela que puede leerse desde cualquier capítulo.

A él le apasionan los conflictos políticos y sociales, el devenir histórico de Venezuela, lo queer, los espacios íntimos, la modernidad

Los protagonistas de Rayuela son latinoamericanos en el París de los 60. Después de esa época, ha habido muchas crisis migratorias en América. En estas movilizaciones, a nivel de espacio y de tiempo, se entra y sale de cualquier punto. De hecho, las rutas migratorias son compartidas por migrantes que tienen diferentes destinos. A partir de ahí me focalizo en los nexos orales como la herramienta más potente que tienen los migrantes. Ellos no se desplazan en mapas explicados por kilómetros, sino en mapas orales basados en las redes de apoyo con otros migrantes. En la instalación, junto a un grupo de poetas, se realiza una cadencia rítmica entre distintos nombres geográficos presentes en las rutas migratorias y esas cadencias están presente de forma camuflada en los ensamblajes, y también, en la composición musical realizada por Elisa Schmelkes. Junto a ello hay un performance de movimientos presentes en los recorridos de los migrantes realizado en colaboración con la coreógrafa Marisol Cal y Mayor. El proyecto termina con una serie de fotografías de los celulares usados por migrantes que se encuentran en distintos refugios de Ciudad de México, donde los dispongo en forma de rayuelas como mapas recorridos o por recorrer.

Un paseo por diferentes medios

Alexander Apóstol (1969) es un artista criado en Caracas. Es posible encontrar fuentes que lo llamen “fotógrafo”, adjetivo que, si bien no es incorrecto, no lo describe a cabalidad: es más adecuado hablar de él de él como un artista conceptual de múltiples medios. A él le apasionan los conflictos políticos y sociales, el devenir histórico de Venezuela, lo queer, los espacios íntimos, la modernidad, la reinterpretación de otros discursos artísticos. Por eso, es cuidadoso con el manejo conceptual de cada uno de sus proyectos. Su proceso conlleva tres fases: preproducción, producción y posproducción. Hoy en día su obra ha viajado por diferentes países de América Latina, Europa, e incluso, Asia. Y no son pocos los premios que le han sido otorgados.

Con apenas catorce años ejerció como asistente en diferentes áreas del oficio cinematográfico: vestuario, dirección de arte, edición y montaje. En esa época también asistió a los talleres de fotografía de Ricardo Armas, quien le enseñó los aspectos técnicos y el cómo desarrollar su mirada personal. Y a sus 17 años conoció a Fran Beaufrand, quien estaba por convertirse en el fotógrafo de moda más importante del país, y en su amigo íntimo. De él, aprendió a realizar escenografías planificadas, algo inusual en un país de documentalistas. Fue la misma época en la que él era estudiante de la escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela.

Para su primer proyecto, Gallinero feroz recorrió las casas de sus parientes, pidiéndoles que posaran ante su lente. Algunos de ellos lo hicieron sin ropa. Las escenas cotidianas e íntimas se mezclan con íconos venezolanos —como un retrato de José Gregorio Hernández—. Los recortes, las yuxtaposiciones de imágenes y los colores opacos, que asemejan a las fotos más añejas, crearon un tono nostálgico.

“Eso me hizo hacer trabajos más enfocados hacia el género, como Pasatiempos o Lavados Caseros, que me hacían explorar otras técnicas, como ilustración y técnicas digitales, o impresiones en otros formatos” —nos cuenta Alexander.

Apóstol llegó a Madrid gracias a una beca de la Fundación Carolina. Su primer proyecto desarrollado allí se llamó What a looking for, en referencia a la frase promocional de la primera red social de encuentros homosexuales que él encontró en suelo europeo, cuyo lenguaje, —plagado de clichés sobre las diferentes nacionalidades— quiso parodiar. Desde entonces, viendo a Venezuela a distancia, empezó a buscar financiamientos para sus proyectos en ese país, Argentina y México.

Imagen de la exposición
Imagen de la exposición ı Foto: Cortesía de Alexander Apóstol

¿Qué es lo que te interesó de la arquitectura y el urbanismo?

Yo soy hijo de la modernidad. Estudié en la Universidad Central de Venezuela. Por otro lado, vivía en Centro de Caracas. Mi vida educativa, cultural y sexual transcurrió en el Centro Simón Bolívar, las Torres de Parque Central, el Parque los Caobos, el Teatro Teresa Carreño y otros íconos de la modernidad venezolana, pues cada uno de ellos encerraba un microcosmos social. Eso me hizo entender que muchos de mis comportamientos estaban mediados por la arquitectura, que ésta es capaz de modificar el comportamiento social, y como es reflejo, no sólo de la economía de una ciudad, sino también de las políticas que se conforman en el territorio. Me parece pertinente poder hablar desde ese lugar. La decadencia empieza cuando la infraestructura y el sistema que se establece ya no es suficiente para atender las necesidades de tal grupo. Es como explicarnos políticamente, sexualmente, socialmente a través de los elementos que hemos creado. Tiene que ver con el campo creativo, la representación, y, sobre todo, con los elementos con injerencia directa con la arquitectura.

¿Cómo se nutre tu discurso de la historia?

Por varias vías. Eso me lleva a hacer investigaciones en la que atravieso ensayos y artículos políticos, y empiezo a crear conexiones con la historia, el arte, la arquitectura y las propias vivencias. Trabajo básicamente investigando y elaborando proyectos. Lo más corto es la producción. La investigación, preproducción y posproducción son más largas. Ensayando la postura nacional es producto de varios textos, como la Herencia de la Tribu o La Catira de Gustavo Guerrero, entre otros muchos trabajos.

¿Dirías que tu arte es político mas no partidista o noticioso?

No es activista. Explora escenarios políticos a nivel histórico, reflexivo y metafórico. Con cualquier proyecto exploro los escenarios políticos, en la foto o en el video, o con otros soportes para desarrollar el tema, la época o el mundo exacto que quiero focalizar. Es evidente que todos tenemos opiniones políticas ante cualquier hecho. Yo no soy un periodista que trate de ser imparcial. No es mi interés que mi trabajo sea una vitrina de mi opinión, sino que sea reflejo o vitrina de situaciones que nos lleven a reflexionar sobre diversos contextos.

Tienes proyectos que visualmente son muy distintos, ¿hubo una transición en tus soportes y temáticas?

Parte del interés de muchos proyectos es tratar de trabajar con estrategias de otros creadores, por ejemplo, las investigaciones de Cruz Diez cuando hice Geometría. Cuando hice Ensayando la postura Nacional trabajé con la paleta cromática de Vallenilla. Cada uno de mis trabajos está muy atado a los requerimientos estéticos formulados en su concepto. Si bien hay elementos recurrentes, formales y compositivos, mis proyectos creativos son claros, incluso mi forma de narrar. Estamos hablando de casi 40 años. Hay ciertas estéticas que ya no me interesan tanto, pero yo sí siento un hilo, no solamente conceptual, sino también formal. Las imágenes de Gallinero feroz fueron en mi entorno emotivo. Mi trabajo va unido a requerimientos conceptuales.

Cualquier proyecto que haga está bañado con otros varios temas que tienen que ver con mi vivencia: lo político, lo homoerótico, lo racial y, eventualmente, la arquitectura y el arte

Tu fotografía es muy directa. Y hay mucha presencia homoerótica, hercúlea. ¿Quieres referir a lo escultórico?

Sí, me interesa muchísimo la capacidad escultórica de la fotografía. Las fotos de los edificios son esculturas monumentales, inclusive, si llegamos más lejos, los retratos de régimen apuntan en esa dirección. Mis imágenes son frontales, estáticas. De hecho, en Ensayando la postura nacional y Avenida Libertador no pasa gran cosa. Cada imagen es pensada. Creo que es una cuestión de que se unifica con la sensibilidad que se tiene al monumento, y, por otro lado, una herencia, probablemente moderna, en cuanto al carácter monumental del espacio público y su relación con las ideas: me interesa la historia venezolana del siglo XX. Todo lo que se hizo en Venezuela fue con monumentos. La historia venezolana moderna está narrada a través del monumento, y eso permea mi manera de ver y componer.

¿Cómo es tu relación con otros medios?

Me formé como fotógrafo, y esa experiencia baña mi relación con los otros soportes. Cuando salí de Venezuela, nació mi necesidad de hacer imágenes en movimiento. Mi primer video se llamó Caracas Suite, trata de edificios emblemáticos de la modernidad caraqueña. Son fotografías que se van mojando con agua a través de la simulación de fuentes danzantes y de orina también, como fuente danzante desde el pene, hasta que se borra la imagen fotográfica. Eso me hizo trabajar con ciertos medios y aumentar la capacidad de producción de cada proyecto, pero he trabajado con instalaciones, con formatos multidisciplinarios donde hay otras áreas como dibujo, danza, música, arquitectura, cine, pintura.

¿El homoerotismo es un hilo conductor en tu trabajo?

En un principio me parecía una dificultad y ahora es una virtud. Cualquier proyecto que haga está bañado con otros varios temas que tienen que ver con mi vivencia: lo político, lo homoerótico, lo racial, y eventualmente, la arquitectura y el arte, que actúan en diferentes niveles dentro de una misma obra. Es decir, una pieza no es simplemente homoerótica o política. En muchos momentos es de forma intuitiva, en otros, sin poder evitarlo, y en otros más, de manera intencional. Para mí es imposible separarlas, porque todas mis piezas y todas mis reflexiones están basadas en la experiencia.

24 de abril al 25 de agosto, 9.00-7.00 hrs.

Galería Andrea Pozzo. Universidad Iberoamericana. Edificio T, planta baja.

Personas externas escribir a:andrea.decasorivero@ibero.mx