LAS MUJERES,LA BELLA DURMIENTE Y CENICIENTA
Si las mujeres son verdaderamente iguales, si su estatus no tiene nada que ver con el individuo con quien estén casadas, si los temas de lo masculino y lo femenino dejan de existir, quedará eliminada gran parte de esta absurda necesidad de interpretar roles. Pero no toda. Porque incluso después de la revolución, nos quedará toda la literatura. […] Después de la liberación aún tendremos que habérnoslas con la Bella Durmiente y con Cenicienta. Admito que habrá también una nueva hornada de cuentos de hadas con princesas que se niegan a tener servicio porque significa la explotación de las clases inferiores... pero eso suena insoportablemente aburrido, ¿no les parece? Salvo que haya una quema masiva de libros, lo cual nadie desea, las cosas pueden seguir como están ahora: las mujeres entre la atracción intelectual de la liberación y el revoltijo emocional, psicológico y cultural del que es difícil desprenderse por haberse formado en él; los hombres intentando lidiar con estos dos extremos, y además con su propia ambivalencia. La perspectiva no es muy divertida, pero tampoco es tan aburrida.
Nora Ephron, Ensalada loca, trad. J. M. Álvarez Flores y Ángela Pérez, Anagrama, 2022.

EL JUEGO DE LA OCA
Según la leyenda, durante el asedio de Troya los guerreros griegos se aburrían y para remediarlo se inventaron varios juegos, entre ellos el Juego de la Oca, obra de Palámedes, hijo del rey de Eubea y nieto de Poseidón. Este Palámedes es un individuo curioso, empezando por su nombre, del griego παλάμη, que significa “el de la mano palmeada” como “el que es hábil con la palma de la mano”. Y continuando por los inventos que se le atribuyen: El Juego de la Oca, El Alquerque, El Ajedrez, El Juego de Damas, Los Dados, El Juego de la Taba y El Disco de Lanzar. Se dice que fue además un gran explorador del litoral mediterráneo, que conocía a la perfección.
[…] El Juego de la Oca remonta su invención a la Edad Media, en fecha no precisada, si bien su creación es muy anterior a su posterior divulgación bajo los apelativos de “juego noble” y “restaurado de los griegos”. Por otra parte, no existen motivos para pensar en el súbito renacimiento de un juego antiguo, prácticamente olvidado por entonces, antes bien todo inclina a creer en dicha restauración.
Rafael Alarcón Herrera, A la sombra de los Templarios. Interrogantes sobre esoterismo medieval, Ediciones Martínez Roca, 1991.
LA MUERTE DE PAUL GAUGUIN EN LAS ISLAS MARQUESAS
Su cuerpo había comenzado a pudrirse [una prostituta parisina le había contagiado sífilis]. Primero fue un pie, luego una pierna y finalmente el mal le subió hasta el corazón. Realmente Gauguin era ya un leproso cuando decidió adentrarse aún más en la pureza salvaje. […] En el lecho de la agonía lo cuidaban unas jóvenes polinesias y a su lado estaba uno de los antropófagos llorando desconsolado, quien al verlo ya muerto le mordió una pierna para que su alma volviera al cuerpo, según sus ritos. Los indígenas rodearon la cabaña. Vistieron el cadáver a la manera maorí. Lo untaron con perfumes y lo coronaron de flores. Un obispo misionero recató los despojos para enterrarlos en un cementerio católico. Bajo el jergón, Gauguin había dejado sólo doce francos en moneda suelta. Eso sucedió en Atuona, el 9 de mayo de 1903, a sus 54 años.
Manuel Vicent, “Paul Gauguin: sólo hay que atreverse”,Babelia, El País, 30 de octubre de 2010.

ENCIERRO EN EL SUBSUELO
¿Qué importan, Dios mío, las leyes de la naturaleza y la aritmética si, por una u otra razón, esas leyes y ese “dos y dos son cuatro” no me complacen? Evidentemente, no podré romper ese muro con la cabeza, ya que mis fuerzas no bastan para ello; pero me niego a humillarme ante ese obstáculo por la única razón de que sea un muro de piedra y yo no tenga fuerzas para cavarlo.
[…] ¡Cuánto más penoso es comprenderlo todo, tener conciencia de todas las imposibilidades, de todos los muros de piedra, y no humillarnos ante ninguna de esas imposibilidades, ante ninguna de esas murallas si ello nos repugna! ¡Cuánto más penoso es llegar, siguiendo las deducciones lógicas más ineludibles, a la posición más desesperante respecto de ese tema eterno de nuestra parte de responsabilidad en la muralla de piedra, y, en consecuencia, sumergirnos, en silencio pero rechinando los dientes con voluptuosidad, en la inercia, sin dejar de pensar que ni siquiera podemos rebelarnos contra nadie, porque, en suma, no tenemos enfrente a nadie! ¡Y nunca lo tendremos, porque todo es una farsa, un engaño, un galimatías! No sabemos “qué” ni “quién”, pero, a pesar de todos esos engaños y de toda nuestra ignorancia, sufrimos, y tanto más cuanto menos comprendemos.
Fiódor Dostoyevski, Memorias del subsuelo, trad. Bela Martinova, Cátedra, 2006.
REÍR PARA UN MUNDO MEJOR
El humor sirve de purga para los fanatismos. Otro uso de no menor importancia es su utilidad como elemento de crítica de nuestro entorno […]. La risa, la burla, sirven como un correctivo social que hace que el mundo sea mejor. Los círculos de poder conocen muy bien la eficacia de la burla y saben que no hay arma más poderosa que el ridículo, pues a aquel que queda en evidencia se le pierde el miedo. […] Comprender el humor no es sencillo. Para apreciar un juego de palabras ha de tenerse un alto dominio dela lengua. Para entender una parodia es precisa una cultura previa, un conocimiento del modelo parodiado. Para disfrutar de una sátira se ha de tener una visión crítica del mundo. Así, el que se ejercita en el humor —por así decirlo— evoluciona intelectualmente de una manera exponencial.
Como lo cómico se centra en gran medida en los defectos humanos —como aseguró Aristóteles—, aprendemos con él a conocer nuestras carencias como hombres y a perdonarnos en parte. Esto nos hace menos intransigentes con los demás y su comportamiento, rebaja nuestra agresividad, desarrolla nuestra bonhomie, por así decirlo, pues si aceptamos que pertenecemos a una especie imperfecta, no tenemos otra opción que asimilar este hecho y convertirnos en seres más tolerantes.
Enrique Gallud Jardiel, “La importancia del humor” en Pepe Pelayo, Breve diccionario del humor, Editorial Verbum, 2019.

DISCURSO DE UN ESTETA
Confieso que empecé por preguntarme por qué adoptasteis la costumbre altamente notable de citar a un no-cirujano, a la tribuna de un Congreso de Cirugía. ¿Será que en eso veis vosotros un experimento in vivo?
[…] La cirugía es el arte de practicar operaciones. ¿Qué es una operación? Es una transformación obtenida mediante actos bien distintos los unos de los otros, y que se siguen dentro de cierto orden, hacia un fin bien determinado. El cirujano transforma el estado de un organismo. Es decir que toca a la vida; se desliza entre la vida y la vida, pero con un cierto sistema de actos, una precisión de maniobras, un rigor en su seguimiento y su ejecución, que dan a su intervención no sé qué carácter abstracto. […]
Aquí, señores, permitidme imaginar… el poeta se da por un instante licencia de aparecer. Imagino el extremo asombro, el pasmo del organismo que violáis, del cual sacáis a la luz los palpitantes tesoros, haciendo penetrar repentinamente hasta en sus más retiradas profundidades, el aire, la luz, las fuerzas y el acero, produciendo sobre esta inconcebible substancia viva que nos es tan extranjera en sí misma, y que nos constituye, el choque del mundo exterior… ¡Qué choque y qué encuentro!...
Paul Valéry, Discurso a los cirujanos, trad. Francisco González Crussí, Universidad Veracruzana, 2021.
