El sueño Dirty se sigue ensuciando. Su ambición monstruosa: editar en español toda la obra narrativa de Barry Gifford. Locura que ya ha arrancado con la saga de Sailor & Lula. La pareja de fugitivos que arrasa dondequiera. Con un diseño de portada a color, en contraste con el blanco y negro que ya era su sello clásico. Ocho endemoniadas novelitas, ah cómo se extrañaban, que destazan géneros, patean modas y alumbran el presente.
Javier Lucini, uno de los malvados gemelos Dirty, sacó los naipes y nos platicó sobre este envenenado proyecto mientras repartía una mano.
Cómo surgió la idea de fichar a Gifford.
Lo teníamos en mente desde hace tiempo, desde los orígenes, se podría decir. A mí, personalmente, me ha acompañado toda la vida, ha sido un autor de cabecera desde que leí Gente nocturna y Puerto Trópico, en 1994, en una época en la que, quizá por el éxito, unos años antes, de Corazón salvaje, la película de David Lynch (que nos voló la cabeza), Gifford fue un autor con bastante presencia en el mercado editorial español. Luego, misteriosamente, tras zozobrar por varias editoriales, desapareció. Cuando descubrí en Estados Unidos el tomo que recogía las siete primeras novelas de la saga de Sailor & Lula, empecé a fantasear con publicarlas, quizá coeditando con alguna editorial hermana, como Sajalín. Creo que incluso llegamos a hablarlo, porque un volumen de ese grosor y de un autor de esa talla (¡una puta leyenda!), con traducciones nuevas que no se saltasen trozos y enmendasen las invenciones que menudeaban en las seis que ya se habían traducido, iba a salir carísimo. Por otro lado, acabábamos de celebrar los diez años de la editorial y queríamos hacer algo grande y diferente que nos diera savia nueva, aunque el horno no estuviera para bollos. Así que decidimos jugárnoslo todo a una carta.
Qué representa para ustedes hacerse de una figura tan mítica como Gifford.
En el fondo, también lo hicimos como un homenaje a nosotros mismos, a nuestra juventud, a la pasión que, en su día, nos insufló todo aquello. Para nosotros, editar a Barry Gifford era poco menos que un sueño. Iniciamos los pasos pensando que sería imposible. Que haríamos saltar la alarma y que los chacales del mundillo empezarían, como suelen, a pujar para hacerse con él y desbancarnos. Nuestra sorpresa fue descubrir que no sólo había siete novelas (las siete del volumen que salió en Estados Unidos) sino ocho, una más, The Up-Down (que titulamos La senda del jaguar, después de varias apasionantes conversaciones con Barry). Y nos hicimos con ellas de un día para otro. No podíamos creerlo. Fue la negociación más fácil y rápida de la historia de Dirty Works. Y Barry se puso en contacto inmediatamente con nosotros, emocionado. Le encantó nuestro catálogo. Nos dijo que a su gran amigo Larry Brown (autor insignia de la casa, cuya primera novela da nombre a nuestra editorial) se habría emocionado también muchísimo de haber sabido que existía una editorial en la otra punta del mundo que le homenajeaba de esa manera. También nos contó (todavía no puedo creer que mantengo una conversación constante con Barry, que no deja de mandarme dibujos y material inédito) que compartió varias conferencias y lecturas con Harry Crews y William Gay, y que Charles Portis es uno de sus autores favoritos. Todo parecía cuadrar de una manera casi mágica. De pronto, que Barry estuviese en nuestro catálogo era de una lógica aplastante. De hecho, en el último libro de Sailor & Lula, protagonizado por su hijo, un Pace ya adulto, hay unas emocionantes páginas dedicadas a Larry Brown. Te podrás imaginar las lágrimas de emoción y alegría.
CUANDO DESCUBRÍ EN ESTADOS UNIDOS EL TOMO QUE RECOGÍA LAS SIETE PRIMERAS NOVELAS DE LA SAGA DE SAILOR & LULA, EMPECÉ A FANTASEAR CON PUBLICARLAS.
Por qué decidieron publicar los libros por separado.
Los libros no llegan a ser de bolsillo, aunque sí es un formato algo más pequeño que el de la colección principal. La idea era darle una estética pulp y sacar las ocho entregas a lo largo de un año, copiando un poco, en la medida de nuestras posibilidades, lo que había hecho recientemente y con tantísimo éxito Blackie Books con la saga de Blackwater. Además, queríamos hacer un homenaje a toda la literatura pulp que Barry rescató del olvido en 1984, cuando fundó la mítica editorial Black Lizard Books, dando dignidad y presencia a autores hoy incuestionables como Jim Thompson, David Goodis y Charles Willeford. Nosotros hemos querido hacer lo mismo con él en esta colección (que no parará con Sailor & Lula, sino que seguirá con el resto de sus novelas y ensayos; en una de nuestras últimas conversaciones, Barry, en un gesto de generosidad increíble, me dijo que ponía en nuestras manos toda su obra), y si la cosa se da bien, queremos hacer lo mismo con otros escritores que nos fascinan, iniciar otras bibliotecas / colecciones, que devuelvan a estos autores (en la medida de nuestras posibilidades) al lugar que se merecen.
¿Es Gifford el más mexicano de los escritores gringos?
Es un autor de lugares fronterizos (que le fascinan), también de las ciudades con puerto y él mismo divide su obra en dos vertientes. La parte del norte, afincado en Chicago (el Chicago mítico de los años cuarenta / cincuenta) y el escritor sureño que habla del Sur actual, afincando en Carolina del Norte y Nueva Orleans. Tiene, por otra parte, una fuerte vinculación con España (de cuando se llevó a cabo la adaptación cinematográfica de Perdita Durango, que dirigió al final Álex de la Iglesia, pero que incluso llegó a pasar por manos de Bigas Luna y Pedro Almodóvar). Y, luego, como prueba de ese amor por México, está ahí Black Sun Rising / La Corazonada, su última novela hasta la fecha, de 2020, que tiene lugar entre Coahuila y Texas, cerca de Piedras Negras, y que en Estados Unidos se publicó en una edición bilingüe, como un modo de celebrar la diversidad de la propia historia y de los intereses y entusiasmos del propio Barry.
Desde ya Gifford se ha convertido en su autor insigne.
Ya han salido dos de los ocho libros y te puedo asegurar que Barry ha salvado la editorial (aparte de que nos ha devuelto la juventud, hemos recuperado la sensación de riesgo, alegría, pasión y desfachatez con que iniciamos Dirty Works hace diez años). La respuesta está siendo maravillosa. No podemos estar más felices. Nos hemos vuelto a poner nuestra vieja chaqueta de piel de serpiente.


