Caifanes regresó al Palacio de los Deportes para ofrecer el primero de cinco conciertos en la Ciudad de México, en una presentación que reafirmó su lugar como una de las bandas más emblemáticas del rock nacional. Lo que inició como un concierto terminó convertido en un ritual donde miles de asistentes cantaron, recordaron y se reconocieron en la música que ha marcado generaciones.
Desde sus primeros pasos en el escenario 360°, la banda logró que el recinto entero se sintiera parte de un mismo espacio sonoro. El diseño circular permitió que, en algún momento, cada espectador tuviera a Saúl Hernández de frente, algo que el público celebró con aplausos y gritos que hicieron vibrar el domo. Saúl, vestido de negro y con su característica calma intensa, colocó una bandera de México en su micrófono, símbolo que acompañó cada interpretación y que fue recibido como un gesto de pertenencia y unión.
- El Dato: La banda ofrecerá una serie presentaciones en el recinto durante diciembre, los días 7, 20 y 21.
“Bienvenido a tu ritual, raza”, dijo el vocalista al comenzar la velada. Su frase marcó la tónica de un concierto donde el público no fue espectador, sino una parte esencial del ambiente. Con un espectáculo lleno de luces, pantallas y una producción visual que amplificó cada momento, Caifanes recorrió su discografía con la fuerza de una banda que ha sabido trascender el tiempo.

Adiós al Polivoz que legó personajes icónicos de la comedia familiar
El público respondió de inmediato a temas como “Para que no digas que no pienso en ti”, “Detrás de ti”, “Detrás de los cerros”, “Miedo” y “Miércoles de ceniza”, que fueron coreados con una pasión que mezclaba nostalgia con euforia. Cada canción parecía activar una memoria diferente; se podían ver parejas abrazadas, grupos de amigos saltando y generaciones distintas unidas por letras que han acompañado a miles a lo largo de su vida.
Uno de los momentos más significativos ocurrió con “Viaje astral”, dedicada a las mujeres. Antes de interpretarla, Saúl se tomó un instante para hablar sobre su lucha, reconociendo su búsqueda constante por la igualdad y la justicia. Las pantallas mostraron imágenes de mujeres exigiendo derechos y denunciando la violencia de género, un gesto que añadió un peso social al concierto. Al terminar, el vocalista pronunció con firmeza: “Más hombres y menos machos”, frase que provocó una ovación que duró varios minutos.
La intensidad subió con el éxito “Dioses ocultos”, que puso de pie a miles y desencadenó uno de los coros más potentes de la noche. Le siguieron “Caíste”, “De noche todos los gatos son pardos” y “Cuéntame tu vida”, canciones que fueron recibidas con un entusiasmo que confirmó el lazo especial entre la banda y su público. En cada una, las voces se elevaban hasta convertirse en un coro que envolvía el escenario.
El momento de mayor euforia llegó con “Mátenme porque me muero”, un clásico que hizo temblar el recinto. Los asistentes cantaron, saltaron y aplaudieron al ritmo marcado por la batería y el característico sonido de la banda. Más adelante, “Nubes” provocó una oleada de baile, mientras que “Viento” se transformó en una descarga emocional que unió a miles en un mismo canto.
Con “No dejes que”, ocurrió uno de los instantes más emotivos del concierto. La banda bajó la intensidad y permitió que el público tomara el protagonismo. Miles de voces entonaron el coro a capela, creando un momento íntimo y poderoso que pareció detener el tiempo dentro del Palacio de los Deportes.
El ritual continuó con “Afuera”, acompañada de imágenes de estética prehispánica que reforzaron la identidad mexicana que ha caracterizado a Caifanes a lo largo de su carrera. La energía del público no decayó en ningún momento: aplausos, chiflidos, cantos y gritos se mantuvieron constantes, convirtiendo el espectáculo en una celebración colectiva.
Aunque la banda salió brevemente del escenario, regresó entre ovaciones para un cierre cargado de fuerza y emoción. El público permaneció de pie, entregado, acompañando cada una de las últimas notas.

