Bajo la dirección de la otrora prometedora directora estadounidense Emma Tami -definitivamente ha visto mejores días con producciones como The Wind (2918)-, la pizzería más terroríficamente famosa del mundo de los videojuegos abre sus puertas por segunda vez en el cine, y estira el concepto que ya abarca libros -sagas Escalofríos Fazbear, Historias de Pizzaplex- y novelas gráficas -Los ojos de Plata, Los Otros animatrónicos-.
Como de costumbre el ingrediente principal del espeluznante platillo de la casa es el absurdo aderezado con ocurrentes toques de humor casi involuntario, empezando por el funcionamiento de sus amenazadores animatrónicos poseídos que cuando se muestran lucen pesados, lentos y ruidosos, pero cuando tienen que sorprender a sus víctimas para generar los sobresaltos, de alguna manera se escurren totalmente silenciosos, cuál si se teletransportan o algo similar. Al más puro estilo del Chucky original que rayaba en el ridículo, pero con mayores recursos técnicos y de ejecución más depurada, sobre todo en el uso de efectos prácticos.
Claro, también tenemos el asunto de que a tales criaturas mecánico-electrónicas su programación les impide salir del establecimiento, y ahora buscan escaparse para aprovechar que a un año de los asesinatos narrados en la película anterior, el caso se ha convertido en leyenda urbana generando un evento con gente disfrazada denominado como Faszfest, lo cual al salir a la calle les permitiría confundirse “fácilmente” entre ellos y cobrar más muertes. Un escenario interesante y con posibilidades, pero que tras plantearse como uno de los peligros latentes para generar los momentos de tensión, se utiliza solo algunos minutos y queda en lo mero anecdótico.

Diego Luna es nominado a Mejor Actor de Drama en TV para los Golden Globes 2026
Sin profundizar ni mucho menos, el trauma infantil vuelve a ser el motor para darle una funcional continuidad a la historia de la niña protagonista y la peligrosa relación que sostiene con sus “amigos letales”, junto con su ya no tan atormentado hermano que busca protegerla pese a su inexplicable incredulidad manifestándose o no según le convenga a la trama, es increíble que tras lo vivido aún tenga dudas. Además genera un llamativo antagonista -viejo conocido de los seguidores de la franquicia- al delinear con cierto oficio los hechos suscitados en la pizzería dos décadas atrás, un pasaje inicial alimentado por el espíritu retro pop que, aludiendo a juegos espaciales producto de una cámara que va del control en las áreas festivas a lo deambulatorio cuando se trata de los pasillos oscuros, se convierte en lo mejor logrado de la propuesta.
En Five Nights at Freddy’s 2 resulta entretenida en la medida de que el espectador sea capaz de no tomársela para nada en serio, y los fans disfrutarán con la inclusión de múltiples referencias y ampliaciones del universo tan popular al que pertenece, pero si no se tiene tal disposición o dicho entusiasmo, es una película de terror adolescente heredera, con todo lo que implica para bien y para mal, del cine de serie B de los 80s.

