Hablar de la Nochebuena y la Navidad en México es hablar de tradiciones que, lejos de desaparecer, se transforman con los años. Cada generación hereda y reinventa los rituales: los niños que antes cantaban letanías rompían la piñata y se lanzaban por los dulces, hoy son los adultos que organizan la posada para que sus hijos vivan la misma magia. El espíritu navideño empieza en los preparativos: adornar la casa, encender el árbol y cocinar para reunir a familia y amigos. Siempre flota esa nostalgia compartida de creer que “las Navidades pasadas fueron mejores”, una añoranza que impulsa a mantener vivas las tradiciones. Así, año tras año, los mexicanos no sólo preservan estos ritos, sino que los adaptan para que los más jóvenes sientan la alegría que otros guardan en la memoria.
- El Dato: La película Santa Claus es protagonizada por actores como José Elías Moreno, José Luis Aguirre Trotsky, Lupita Quezadas y Cesáreo Quezadas Pulgarcito, entre otros.
El cine mexicano tampoco dejó pasar la oportunidad de retratar estas celebraciones. Muchas películas hicieron de la nostalgia su columna vertebral, convirtiéndose en cápsulas de tiempo donde conviven posadas, cánticos, nacimientos y el bullicio festivo. Aunque México no tenía un “cine de temporada” como el estadounidense —concepto que llegó hasta los setenta por la influencia de Hollywood—, cuando una cinta tocaba la Navidad, seguía una regla no escrita: saturar la pantalla de tradición. Un simple plano secuencia podía volverse un catálogo de folclore: piñatas multicolores, velas parpadeantes, nacimientos minuciosos, fuegos artificiales y el canto de las letanías. Una extravagancia diseñada para evocar esa Navidad idealizada que el público tanto añoraba.
Y con este mismo espíritu festivo que nos reúne alrededor de este texto, presento cinco películas que considero emblemáticas, donde la Navidad es telón de fondo de la historia a desarrollar por el director y que muestro en orden cronológico.
Comenzamos con un programa doble al estilo de las matinés de antaño: Soy charro de Levita (1949) de Gilberto Martínez Solares y El vagabundo (1953) de Rogelio A. González.
Ambas protagonizadas por Germán Valdés Tin Tan en pleno auge. La primera inicia con una posada tradicional en la vecindad, donde viven Tin Tan y Marcelo, antes de embarcarse en un espectáculo ambulante que los lleva a la provincia mexicana en un singular homenaje a los inicios del ahora conocido como el “cine de oro mexicano” de los charros cantores, bravucones y enamorados.
La segunda, considerada la más “chaplinesca” del actor, muestra a La Chiva, un vagabundo que busca algo de comer durante la Nochebuena. Tras varias peripecias lo consigue, y la historia continúa en Navidad hasta cerrar en la celebración de Año Nuevo, luego de que La Chiva ya trabaja en un circo y encuentra al amor de su vida.
Ambas cintas retratan con calidez las costumbres navideñas en medio de la exquisita comedia de Tin Tan del México a mediados del siglo XX.
- El Tip: Además de Armendáriz, en El tejedor de milagros actúan Columba Domínguez, Begoña Palacios y José Jiménez, entre otros.
En el México del sexenio de Adolfo López Mateos —una época en la que comenzaban a gestarse movimientos sociales, especialmente los estudiantiles, se creaba la Comisión de Libro de Texto Gratuito, el aguinaldo se convertía en un derecho por ley y nacía el ISSSTE— llegaba a las pantallas nacionales una película que rompería fronteras; me refiero a Santa Claus (1959) del director René Cardona.
Extraña, pero inolvidable, esta cinta mexicana sobre Santa Claus se filmó para el público nacional sin imaginar que también conquistaría al estadounidense, que entonces no tenía una película dedicada al personaje. De hecho, la más cercana fue Santa Claus Conquers the Martians (1964), estrenada cinco años después. Paradójicamente, siendo Santa una figura central en Estados Unidos, fue una producción mexicana —con personajes muy locales— la que llenó ese vacío. Cardona incluso filmó versiones en español e inglés. Lo lamentable es que los derechos son estadounidenses y en México la película no puede venderse.
A título personal, siempre he considerado la siguiente película como de las más acertadas y sobriamente manufacturadas respecto al cómo narrar los hechos que llevan a la manipulación de las masas, por parte de los ejecutores del poder y que derivan en el descontrol de la muchedumbre enardecida. Por supuesto estoy hablando de El tejedor de milagros (1962) de Francisco del Villar.
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Con guion de Julio Alejandro, Hugo Argüelles y Emilio Carballido, esta extraordinaria película aborda el inquietante tema de la ignorancia convertida en fuerza agresiva y muchedumbre desatada. Situada en plena Nochebuena, narra la llegada de una pareja indígena a un pueblo donde la mujer está por dar a luz. Una serie de coincidencias y malas interpretaciones hace que los líderes locales decidan, sin decirlo explícitamente, que ese niño es una especie de regreso milagroso del hijo de Dios. Destaca la figura del cura, interpretado por Pedro Armendáriz, que intenta frenar la histeria colectiva con argumentos humanistas. Con pastorela incluida —como era de esperarse de Carballido y Argüelles—, la película avanza hacia un final tan desgarrador como inevitable. Fotografiada por Gabriel Figueroa, representó a México en la Berlinale de 1962.
Y cerrando con un animado broche de oro: Los tres reyes magos (1976) de Fernando Ruiz y Adolfo Torres Portillo.
Su estreno en julio de 1976 tuvo buen recibimiento, aunque pudo ser de mayor impacto en diciembre. A pesar de ciertos excesos folcloristas, destaca el talento de su elenco de doblaje (José Lavat, Víctor Alcocer, Azucena Rodríguez, entre otros), que supera la animación sencilla de Ruiz, destinada al público infantil. Con historia y guion de Rosario Castellanos, música de los Hermanos Zavala y un diseño inspirado en artesanías de Jalisco, Michoacán y el Estado de México, el filme —con fallas técnicas y humor de “pastelazo”— sigue siendo un trabajo entrañable y honesto, digno representante de las tradiciones mexicanas de Navidad y Reyes.
La lista de títulos podría extenderse más, pero el espacio no; así que aquí cerramos este recorrido por la Navidad y la Nochebuena en el cine nacional. Ojalá éstas y otras películas que recuerden les traigan esa agradable nostalgia por las fiestas en familia entre posadas, risas y aromas que regresan cada diciembre y que, sin planearlo, en la calidez del hogar, se junten a ver una película mexicana mientras comen un plato de recalentado y toman ponche caliente.
Queridos lectores, les deseo una muy feliz Navidad, un próspero Año Nuevo y que en el 2026 nos reencontremos con más historias del cine de todos los tiempos.



